La educación de los mexicanos siempre ha sido una discusión que se ha quedado en un archivero, juntando más polvo que buenas intenciones. Y en ese sentido, los sexenios siempre se han lamido los bigotes ante los dividendos que el gran negocio de la educación pública les da a ellos como gobernantes, y a los sindicatos como secuestradores de la clase trabajadora, dando con cada acción, una vuelta más al reloj de una bomba que lentamente se acercaba a una explosión sin precedentes.
En este año, el mal logrado gobierno de Enrique Peña Nieto, tuvo la “acertada” intención de Reformar un sistema que contiene en sus esquemas una ambigüedad democrática, y un bastión políticamente importante: Los maestros.
El inicio del golpe quirúrgico a este gremio comenzó con la detención y procesamiento de la líder moral de todos los maestros, y una de las mujeres más emblemáticas en la política mexicana. El ver a Elba Esther Gordillo tras las rejas se había convertido en uno de los sueños de los gobiernos panistas y que se vieron materializadas con los siempre traicioneros y maléficos sexenios priistas, dejando entre los maestros un sabor agridulce, pues la transición de su sindicato por fin comenzaba a vislumbrarse de manera paulatina.
Y las marchas comenzaban. Al gobierno de la República le parecía más importante desmembrar a uno de los sindicatos más grandes del país que los casi ya más de 20 meses que estados como Oaxaca o Michoacán llevaban sin clases. Y es que para comenzar a derrotar a la Hydra, era necesario dar golpes fulminantes que le impidieran sacar más cabezas. Y en este tenor se volvía más que evidente el divorcio anunciado entre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) fragmentando así la opinión pública sobre cada uno de estos mal llamados organismos para protección de sus trabajadores.
La designación de Emilio Chuayfett en la Secretaría de Educación (un equiparable en corrupción a Elba Esther) fue otro de los movimientos inexplicables del nuevo PRI. Las investigaciones y demás imputaciones en su contra, así como su salida por la puerta de atrás de la secretaría de Gobernación hacían a Chuayfett el candidato no ideal para llevar los destinos de la educación en México, golpeando así a una administración que desde su campaña se encuentra destinada al fracaso.
La prematura propuesta de una reforma educativa encendió los focos rojos a los pocos que no estaban atentos a la muerte de Jenny Rivera, y comenzó a colocar de nuevo al brazo armado de los maestros, la CNTE, en el ojo del huracán.
La Coordinadora de inmediato se pronunció en contra de una reforma que comenzaba lentamente a trastocar el sentido y corrupto sindicalismo magisterial. Elba Esther comenzaba a comparecer por todas y cada una de las supuestas razones por las cuales fue detenida, mientras su sindicato pasaba a manos de gente de dudosa capacidad y que termino de entregar al a sus trabajadores a las manos del gobierno.
Y así fueron transcurriendo los meses. Y como los 400 pueblos, los maestros ya comenzaban a volverse el pan nuestro de cada día en la ciudad de México, exigiendo solución a las irremediables injusticias del sistema sobre ellos.
Mientras tanto, los demás veíamos con impotencia como niños de estados como Oaxaca y Michoacán seguían sin clases en una realidad nacional muy distante. Y es que la educación desde hace muchos sexenios se convirtió en la moneda de cambio para muchos gobernantes que veían en la voraz hambre de los sindicatos el mejor de los instrumentos.
La reforma salió a la luz, y como tal el desconcierto y la molesta del sector magisterial exploto como la bomba de tiempo que se cocinaba lentamente desde la aprehensión de Elba Esther. A la Hydra le habían quitado ya la cabeza, era momento de dar la estocada final.
La Reforma Educativa se ha vuelto el tema de sobremesa de casi todas las casas del país y se ha convertido ya en un problema nacional. Los maestros salieron a las calles a defender sus derechos y el pueblo de nuevo se queda expectante ante las desafortunadas miles de versiones de un asunto que ya se convirtió en los primeros puntos de la agenda nacional.
Sin embargo los maestros salieron a las calles siendo presa de una de las acciones priistas más antiguas y más utilizadas por el partido tricolor: La distracción, pues al igual que el chupacabras, los maestros fueron la distracción perfecta para colocar en la mesa sin mayor problema reformas como la energética, hacendaria y financiera teniendo como catalizador lo más preciado que un país como México tiene, el bolsillo de la clase más golpeada, la trabajadora.
Los maestros salieron a las calles con el estandarte de sus derechos en la mano y consiguiendo de inmediato el eco necesario para volver la lucha de un gremio, una lucha nacional. Alejados de sindicatos y líderes de secciones, los maestros deberían colocar en la balanza el lugar hacia donde sus impulsos los han empujado. La Reforma Educativa se convirtió en un tema de cada mesa y sobre la mesa del gobierno no se encuentra la negociación, cosa que ya demostró el 15 de septiembre pasado, y que fuera de los que son más optimistas, es probable que podamos observar un 68 en pleno siglo XXI.
Y en medio de todo estos dimes y diretes que existen en la lucha, las redes sociales, y las calles, queda solamente una pregunta: ¿En qué momento la educación en México se convirtió en una moneda de cambio?
Del lado del gobierno, la manipulación de la información de la misma forma barata de siempre, ha detonado a un pueblo que se encuentra hasta la madre de muchas situaciones, y que lentamente ve en las redes sociales una nueva forma de conocer la “verdad” de lo que sucede en un conflicto que se ve y que estará muy lejos de solucionarse. Por otro lado, los maestros ocupan a la sociedad de una forma barata, al gestionar el apoyo de los padres de familia, alegando un golpe más a su ya mermada economía y convirtiendo su lucha personal en una lucha social con tintes demasiado controladores de ambos bandos y utilizando la necesidad de justicia de un pueblo que aún no entiende por qué razón se está manifestando.
Si triunfan, los maestros deben tener esa calidad y cantidad de compromiso con todos sus educandos y en todos sus sentidos tal como lo hacen en sus marchas. Por qué al momento de triunfar, tendrán que velar de forma magistral por todos y cada uno de las personas que defendieron, por qué si no lo hacen, se convertirán en un político de mierda más como los que hay en nuestro alrededor, que ocupa al pueblo para triunfar, y cuando lo hace, lo olvida. Espero, como todos en este país, que si triunfan, por fin tengamos una educación de calidad esa educación que nuestras futuras generaciones necesitan.
México es un país de tristes contrastes, un país donde cualquier persona puede despertar todas las mañanas y soñar con un futuro mejor o mejores oportunidades. Pero al salir y colocar un pie en nuestra realidad, nos damos cuenta que nuestros sueños se quedaron plasmados en nuestra almohada. Nuestra sociedad exige más que profesores en las calles y un gobierno mierda y oportunista. Exige que todos tomemos el rol que nos corresponde, como ciudadanos, como sociedad y como país. ¡Revolución!, gritan muchos, cuando los privilegios que hoy tienen no serán sacrificados por el futuro inexacto, cruel y despiadado que una guerra civil nos puede acarrear.
La sociedad ha despertado, eso es innegable, y congratulado con esa situación escribo estas líneas con el corazón lleno de ideas y la mente tratando de organizarlas. Veo con mucha emoción los miles y miles de personas que se manifiestan en todas las plazas públicas del país en contra de un gobierno Peñista, que ha dejado mucho que desear y que sigue en pie de lucha contra la clase trabajadora, de un país que tiene mucha riqueza, pero mal repartida. Espero en verdad que nuestra tendencia humana a la traición a las ideas y la desesperante mentalidad mexicana no nos juegue una mala pasada. Los maestros se convirtieron en la carne de cañón, la punta de lanza de una guerra que se avecina. Los maestros han convertido una lucha personal, en una lucha social que gallardamente la están llevando como el estandarte que en alguna ocasión Miguel Hidalgo, llevo en su mano derecha, y espero, en verdad, por el bien de México, que esa calidad de la que tanto hablan, por la que tanto luchan continué aún a pesar de cualquier resultado; por qué si no es así, de nuevo, nos daremos cuenta que la educación en México, sigue, y seguirá siendo, una moneda de cambio.
Hasta la próxima.


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