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Las ciudades “provincianas” en nuestro país son demasiadas, muchas de ellas se mantienen aferradas al romanticismo del tiempo, mientras la modernidad y el color las amenaza de forma desafiante. Podemos citar muchos ejemplos citadinos contemporáneos. Su cultura, su gente, pero sobre todo, su siempre y estricto estado congelado del tiempo las conllevan a considerar a una ciudad como provinciana, para desdén de muchos, para orgullo de muchos más.

Xalapa, la capital del estado de Veracruz, encaja perfectamente en esas características, que hoy por hoy, la han dotado con el nombre de “La Atenas Veracruzana” por sus academias y eventos culturales propios del alumnado que la habita. En 1804, Alexander Humbolt, le dio el nombre de “La ciudad de las flores” por su colorido floral, que contrarrestando un poco su clima frío y lluvioso brillaban con singular alegría y motivación.

La ciudad capital, siempre bella (para los que la habitamos) siempre colorida; veía como sus calles eran opacadas por la pertinaz brisa y siempre terrorífica neblina que hasta hace unos años imperaba en la región, dándole un ambiente de tranquilidad y seguridad provocada, en sí, por la charla en un café, un bar, o un restaurante, donde la música y el debate se podían escuchar en cada mesa. Los jóvenes, los niños, las familias enteras podían vagar por sus calles sin ningún tipo de aspaviento mas allá de un caco atolondrado que no se podía llevar más que un simple bolso, o en el peor de los casos, un susto por la reacción de los agraviados.

Aún recuerdo una ocasión donde mi madre olvido su bolsa en la zapatería 3 hermanos. Desesperada, busco y busco y gracias a la amabilidad de las empleadas de la Papelería «El Iris» mi madre recuperó su cartera, con todos sus documentos, con toda su información, sin dinero claro, pero con la «moralidad» del que se encontró con el bolso y la seguridad de que no pasaría a más allá que eso; que no pasaría más allá de un acto aislado, propio de un descuido o un acto predeterminado.

Sin embargo, tristemente, una realidad Kafkiana nos alcanzó.

La vida de nuestra ciudad, como la de nuestro estado, como la de nuestro país, atraviesa un momento complicado y completamente ilógico. La inseguridad ha tocado nuestra puerta, y la siempre envidiable característica de segura de nuestra ciudad, ahora, se vislumbra a lo lejos como un pasado histórico, utópico, tranquilo.

El 12 Enero de 2011 fue la fecha. 16 muertos. La Colonia Casa Blanca el lugar. Nuestra tranquilidad desde ese momento no fue la misma. Las noticias corrían como pólvora entre comentarios aislados e información oficial. “Una balacera en Xalapa” pensábamos todos confundidos por el simple hecho, por el simple contexto; éramos, hasta ese momento, completamente ajenos a la realidad nacional y desde ese momento nos convertimos en parte de la estadística de una guerra, que al parecer, no tiene fin.

Enfrentamientos aislados por diferentes zonas de la ciudad llegan lamentablemente a ser comunes.
Enfrentamientos aislados por diferentes zonas de la ciudad llegan lamentablemente a ser comunes.

Xalapa se cimbró desde lo más profundo y los balazos continuaron armando una nueva historia cada día; una de terror, completamente distinta a nuestros ojos y desafortunadamente a unos pasos de nuestro hogar. Padres de familia corriendo a las escuelas para sacar a sus hijos atemorizados en un estado de sitio, nervios y descontrol, nuestra linda Xalapa; nuestra hermosa ciudad comenzaba, en el romanticismo de su nombre, a marchitarse lentamente.

Tres años han pasado. Tres años de esa noche fatal y nada ha cambiado.

Hoy hasta subir a un taxi es motivo de terror.

En días pasados, una joven, evidentemente atemorizada, publicó en las redes sociales sobre los acontecimientos que hace apenas unas semanas a bordo de un taxi de la ciudad la atemorizaron. A grandes rasgos, la joven narra como el ruletero la intimidó y amenazo con buscarla “Por que le había gustado”, así como también narra la forma en como otro taxista le describe gráficamente como se habían violado a varias chicas a bordo de servicios de alquiler.

¿Qué es lo que pasa?, ¿En que momento se perdió el respeto por todo en esta ciudad?

La joven, obviamente atemorizada, decidió dejar en el anonimato su nombre, siendo de nuevo un testigo mudo de lo que sucede, viendo como la impunidad le da valor a estos pseudodelincuentes que se ven protegidos por una sombra que lentamente se levanta sobre nuestra ciudad; una sombra que se percibe en cada platica; una sombra que nos oscurece todas las noches y que nos hace despertar al mínimo ruido fuera de lo común:   la sombra del miedo.

Nuestra ciudad se ha convertido en presa de un miedo sin igual, un miedo al cual aun no estamos preparados para combatir, un miedo que nos carcome lentamente.

Todos los días hay fotos en las redes sociales de jóvenes desaparecidos, de niños que no encuentran su hogar, como parte de una ornato extraño, tétrico, atemorizante. Los Xalapeños atravesamos un momento terrible, un momento donde nuestra tranquilidad se encuentra secuestrada por un combinado extraño de violencia, sangre, falta de acción, impunidad y desdén que nos tiene alertas a cada momento a cada cambio, a cada acercamiento, a cada movimiento fuera de lugar.

Humbolt seguramente observa desde algún lugar, aún observa ese colorido verduzco matizado de color por nuestras especies de flores, aún se encuentra sonriendo al ver como cada primavera, esos mismos colores que le impulsaron a llamarla así, crecen de forma exponencial; mientras nosotros, los xalapeños, desafortunadamente seguimos viendo como nuestra vida se marchita junto con nuestra ciudad.

 Si ve un acto delictivo…¡Denuncie!

Si puede ayudar al prójimo…¡Hágalo!

Si puede hacer algo más que solo grabar con un teléfono celular…¡Ayude!

Porqué no sabemos si mañana pueda ser nuestro turno.

 Proteja a los suyos. Proteja lo suyo. Rece a lo que usted crea necesario, desafortunadamente, es lo único que nos queda.

 Dios nos proteja a todos.

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«La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza.»

Napoleón I (1769-1821)
Emperador francés.

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