Danza, impunidad y Amnesia Electoral.
Por Edel López Olán
La danza del voto
El componer, arreglar, grabar, editar y lanzar una canción es un proceso arduo y completamente exhaustivo. Los artistas, músicos, compositores, arreglistas, ingenieros de sonido, y cantantes, emplean decenas de horas para que una de sus piezas busque un lugar en la historia, o bien, por lo menos, un espacio en la mente de los seguidores como parte de ese premio en ocasiones silente que tienen los integrantes de ese rubro. Sin embargo, en muchas ocasiones, esas decenas de horas de mucho trabajo se ven completamente despedazadas por algo más letal que le cáncer mismo: La política mexicana.
Si Pharrel Wiliams hubiera tenido el conocimiento de que su éxito «Happy» terminaría en una letra tan estúpida como fatídica del candidato Priista y ex tesorero del Estado de Veracruz Tarek Abdala Saad. Por increíble que le parezca, el equipo de campaña de este “flamante” candidato se dió a la tarea de encontrar una canción a modo para entrar en el gusto del público (que de hecho no son público, son votantes) con una canción pegajosa que obviamente llamará la atención de mucha gente.
Pero es que hablar de política en México es más abstracto que una obra de Picasso. La mayoría de los candidatos, aprovechándose de esa poca memoria y conciencia social que tenemos, apuestan (de nuevo y de forma en verdad fastidiosa) a canciones estridentes sin ningún tipo de mensaje, dejando de lado lo más importante de todo, su trabajo.
Cuatemoc Blanco en un video parecido a Rocky Balboa. Un candidato del PAN en Monterrey llamado Rulo con una canción de terrible manufactura junto con otro con que desciende de una camioneta con botas bastante extrañas, y una barata imitación de Mark Anthony cantando al ritmo del Partido Verde Ecologista de México, son las muestras que de nuevo la política en México es más barata que una calceta en saldo. Violencia, impunidad, feminicidios, discriminación, falta de empleo, deuda pública, etc; son, entre otras cosas, la enorme lista de puntos importantes que tienen los candidatos (y nosotros como ciudadanos) en la mesa para comprometerse más allá de una simple rola que solamente sirve de burla y descontento de la mayoría, de una sociedad cansada, pero, indolente.
Es el momento, como cada año; como en cada proceso electoral; de tener el control de lo único que los políticos no pueden comprar: Nuestra conciencia. Sin embargo, desafortunadamente al parecer, la medida ya está tomada y de nuevo somos presas de estas insensibles danzas estúpidas que siguen proponiéndole al mundo entero lo vacíos que somos los mexicanos.
Impunidad, el único mal del país.
Olvidemos la violencia, el narcotráfico, los secuestros, las mutilaciones, los ataques cibernéticos, los feminicidios; olvidemos todo eso; el único mal que aqueja a este país tiene un solo nombre; un nombre tan pequeño que hasta parece interesante que en sus pocas letras tenga tanta fuerza, y sobre todo, mayor efectividad que todo el sistema judicial del país: La impunidad.
El Índice Global de Impunidad 2015, estudio realizado por la Universidad de las Américas de Puebla y el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia, y evaluado por la ONU, coloca a México en un lamentable segundo lugar mundial en impunidad, que obviamente, debe preocuparnos a todos. En todos los niveles, todos los días, en todo momento, encontramos un acto de impunidad que nos hace hervir la sangre pero que lamentablemente vemos pasar tan rápido que no tenemos un momento para la reflexión.
En un país donde existen cuatro jueces por cada 100 mil habitantes, cuando el promedio en las naciones miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es de 17 juzgadores por esa cantidad de pobladores conlleva a que ante una falta de jueces existe una reducción en la atención de los procesos penitenciarios, lo cual a su vez provoca una sobrepoblación en las cárceles, ya que al menos 46% de los internos se encuentra todavía a la espera de recibir una sentencia lo que se traduce casi todo el panorama de lo que vivimos en el día a día.
Sin embargo, más allá de las salas de juzgado, más allá de todo ese aparato de justicia, la impunidad se palpa en todo los momentos.
Casos como el de Bejarano, donde en un evidente acto de corrupción, es puesto en libertad por falta de pruebas, o el caso del “Gober Precioso” donde al estar evidente involucrado en una red de trata de jovencitas, fue “exonerado” por que simplemente a nadie se le dio la gana poner orden; lo que nos habla de que la impunidad en este país va más allá de los simples juicios legales.
Si tu cometes un delito, por pequeño que sea, sabes que siempre existirá un “recurso” para poder salir avante de él, por lo tanto lamentablemente en nuestro país, la vida se ha convertido en un espacio donde sabemos inconscientemente que no pasará nada; porqué vivimos en un país donde la impunidad desafortunadamente, como todo, la utilizamos a nuestra conveniencia empujando nuestro futuro a ese enorme hueco sin ley llamado México.
Amnesia electoral, un mal de cada votación.
Si colocamos en nuestra mente cada uno de los momentos donde nuestro futuro depende de miles de opiniones encontradas, estoy seguro que podríamos hacer un mosaico impresionante de imágenes completamente estresantes. Y es que las campañas políticas en nuestro país más allá de proponer se dedican a tamalearse continuamente (como en cada proceso) los errores de las administraciones o gestiones pertinentes.
Como sociedad sufrimos desafortunadamente de una falta de conciencia en todo, y cuando se trata de cuestiones electorales, al parecer, esa inconsciencia se acentúa de forma exponencial. Las mismas promesas injustas, las sonrisas talantes, y ese ya evidente cinismo innato que tienen todos los candidatos, aun no acaban de mermar en la conciencia de los mexicanos que ven lentamente como sus necesidades existen únicamente por el periodo pertinente, difuminándose lentamente al momento de ganar.
Debemos como sociedad evitar ya que nuestra amnesia electoral nos gane en todo sentido. Tenemos la responsabilidad de exigirles a las personas a las cuales les damos nuestro voto resultados más allá del partido político. La diferencia la podemos hacer nosotros desde el punto que sea. Hagamos campañas (así como lo hacen ellos, vaya, si quieren hasta con música) para exigirles a cada uno de esas personas que punto por punto cumplan con lo que han prometido más allá de temores sociales y partidistas.
Tenemos la oportunidad de cambiar un país, solamente es necesario dejar de lado todo esta lamentable Amnesia electoral que nos ha carcomido todos estos años y que siempre nos gana al momento de votar.
Hasta la próxima.


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