Entre la ropa sucia y el sentido común.
Por Edel López Olán.
“La ropa sucia se lava en casa”, eso me decía mi abuela antes de querer golpear con el rencor de mi estómago los problemas. Al principio no entendía la razón de tan meticulosa solicitud, sin embargo, con el paso del tiempo, entendí que la razón era más poderosa que la sintaxis en sí, y es que arremeter contra algo fuera de sí, invade lo lógico y allana algo que es importante y que obviamente al estar cegados por la ira, lo vemos como algo sin importancia: El sentido común.
Pero en la vida, el sentido común es un arma poderosa, que si la ocupamos con sabiduría, podemos lograr mucho más que simples aciertos.
Muchas personas no entienden la correlación que existe entre el sentido común y lavar la ropa en casa, muchos más observamos en el ejemplo de los templetes lecciones de oro y enseñanzas de vida que nos alejan del ridículo lentamente en un silencio penumbral.
Hace unos días una noticia se apodero de nuevo de la atención de los veracruzanos; el Gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa regalaba una caña de pescar al senador priista Hector Yunes Landa, haciendo una mofa innecesaria de las declaraciones del senador donde instaba al próximo mandatario estatal a pescar a los peces gordos que siguen nadando en la administración veracruzana.
Interesantes declaraciones, pero como siempre, poco afortunadas. Y es que el gobernador de Veracruz al parecer tiene una memoria a corto plazo demasiado cínica y poco objetiva. El sentido común, a cualquiera de nosotros, nos haría pensar dos veces antes de emitir declaraciones tan interesantes como sin sentido; ya que si detrás de ti pesa uno de los peores sexenios del estado, con un endeudamiento público tan grande que ni siquiera podemos calcular, con una violencia generalizada y burlas desde las mismas oficinas gubernamentales como esa de: «Si tienen miedo compren un perro», no puedes emitir declaraciones tan lamentables y de la manera tan corriente como lo hizo el gobernador.
Hace muchos años, cuando era niño, recordé una de las tantas anécdotas que mi padre mi contaba. Una de ellas fue en el Distrito Federal. Él con unos amigos departía en uno de los restaurantes de la ciudad. El cómico decía y decía chistes mofándose de todo alrededor. Mi padre me conto que de momento una multitud de por lo menos quince personas entraron al lugar. La gente comenzó a mumurar y el hombre que venía en medio del contingente se sentó sin más ni más. Él hombre, al parecer alguien conocido, susurro al oído de uno de los que aún se encontraban de pie; de inmediato el hombre se acercó al comediante que nunca paró de sonreír, le pidió el micrófono y espetó: “El licenciado fulanito de tal le envía saludos, buenas tardes a todos”. Mi padre me comentó que de inmediato el tono de los chistes disminuyó; la sonrisa termino y la alegría de algo tan cotidiano en ese restaurant se apagó. Al tiempo mi padre se enteró que ese licenciado era “alguien” en el departamento del Distrito Federal, y cual perro, orino la orilla de una pared para dejar con su pestilente esencia su territorio de ideas y régimen.
El gobernador del estado orino otra orilla, solamente para marcar un territorio tan peligroso como efectivo: El político. Es evidente que el Priismo en el estado se ha visto empañado por el representante en turno. La administracion vacía, alejada de la gente y completamente fuera de toda proporción cavan la tumba de un partido que no nunca supo donde colocar el botín; se vieron tan entusiasmados con la felicidad del poder, que descuidaron demás, lo más importante: El capital político, y es que el nuevo PRI, vio, en la nueva puntada de un político, un golpe más a esos clavos de la tumba que están construyendo.
Lavar la ropa sucia en casa siempre será un buen argumento cuando tus enemigos son tan cercanos. El pedir que un hombre sea igual con los miembros de su partido, es lo mismo que preguntarle a un padre cual es el favorito de sus hijos; nunca habrá una respuesta, pero los hechos dictarán las acciones. Y es que en las rabietas de siempre, el sentido común le jugo una mala pasada al gobernador del estado que simplemente ya no sabe cómo quitarse los estigmas políticos y endosárselos a otros en una administración tan lamentable como insufrible.
Pero el otro actor de esta parodia mal llamada escándalo no se queda atrás en sus pretensiones políticas.
El señor Hector Yunes Landa es un viejo lobo de mar. Su amplia carrera política, su inquebrantable priismo y su bien conocido Fidelismo son los actores fundamentales de esta interesante simulación de fractura. Al PRI le urge separarse lo más pronto posible de la figura de Javier Duarte y el sentido común ha optado por mandar a una de sus cartas fuertes con miras a la gubernatura del estado a echar camorra de forma “oportuna”. Hector Yunes Landa, sin embargo, al parecer, ha optado por el camino más largo a una “precampaña” de extrañas proporciones.
El Senador (secretario partícular del mismo Fidel Herrera) ha roto de manera airada con el priismo veracruzano, ocupando probablemente el sentido común de cualquier rata al ver hundirse el barco: Huir y salvar su propia vida. El senador priista definitivamente se encuentra en una posición de ventaja ante un Duarte, qué, contra las cuerdas, da golpes de sombra sin ningún sentido estético. Yunes, tiene también a cuestas un apellido que de inmediato se correlaciona con actos de corrupción, enriquecimiento ilícito y malos manejos, donde, probablemente, esperemos, el peso del apellido no sea el factor fundamental cuando sea necesario repartir los anzuelos a la mar de una corrupción interminable en el Estado de Veracruz.
La política veracruzana se encuentra en un punto de no retorno, donde el priismo tiembla ante escándalos tan apabullantes como este, donde su actor principal, el sentido común, brilla por su ausencia en un pleito de placeras que se acabaron todo el jabón de la semana en lavar unos trapos tan añejos que ni con cloro les quita lo percudido.
Si Javier Duarte y Hector Yunes pretenden que los veracruzanos nos traguemos está pantomima de acción y reacción muy a la veracruzana, pues al parecer, aun no entienden que están pisando un polvorín de ideas, donde al primer chispazo los dos saldrán disparados en direcciones opuestas. Al no saber lavar la ropa en casa el Gobernador del Estado Javier Duarte mancho lo único que lo sostiene con respeto como gobernador, el sentido común, sin embargo, al querer lavar la ropa en lavadero ajeno, el senador Hector Yunes Landa debe recordar que el buen juez por la casa empieza, sea del apellido que sea, sea del partido y por muy veracruzano que sea.
Hasta la próxima.


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