Feminicidios

Caminando de la mano con la muerte.
Por Edel López Olán

El sol te guía hacía tú destino. La sonrisa con la que despiertas ilumina el desayuno; ilumina tus sueños; vive en tú alegría. Ahí, en esa plancha de madera o plástico, tus sonrisas acompañan un pequeño mundo rebosante de color, olor y sazones. Terminaste. Lentamente cumples con todo el protocolo de aseo final. Tomas tú bolso, tus llaves y tus sueños sobre una espalda que desea luchar contra el destino. Pones tú mano sobre la puerta. Respiras profundamente. En la mesa junto a la puerta se encuentra un cúmulo de fotos que sonríen estáticas ante la salida. Una sensación desciende por la espalda. Das media vuelta y observas con melancolía como tú casa se encuentra ahí, resplandeciente, como ese amigo que te dice: ¡vamos hazlo! pero dudas, algo no cuadra. Aprietas los ojos y abres la puerta dejando entrar la penetrante luz de la mañana que absorbe tú cuerpo, que calcina tú espíritu. Temerosa das el primer paso cerrando detrás de ti, la última partida del terruño.

Los feminicidios en México no son noticia nueva. La lamentable acción de la que han sido presa las mujeres en un país con poca memoria lastima en lo más profundo del alma a todos los que si tenemos consciencia de su valor y acción en nuestra sociedad. Pero en un país que es un despojo de malas noticias y violencia extrema en todos los niveles ya nada nos sorprende. El Estado de México, de febrero a la fecha, registra más de 50 feminicidios de toda índole, de toda forma, con toda crueldad, en un retrato que demuestra la debacle social en la que vivimos y que tenemos que soportar por la falta de acción de nuestras autoridades.

Seis mujeres mueren asesinadas cada día; mujeres que son madres, hermanas, hijas, novias, esposas, mujeres que viven de por sí estigmatizadas por la poca consciencia y un machismo desmedido que las vulnera desde el vientre.

Las “Muertas de Juárez” fueron los primeros datos de un cáncer que avanzó por el país de forma fulminante. Para el 2012, el número de muertes y cruces por toda la ciudad alcanzaban la penosa cantidad de 700 mujeres que murieron sin epitafio, con dolor, en el olvido.

Y es que al parecer vivimos en un país donde la belleza y la sonrisa son una condena de muerte instantánea. El que vivas esmerada en una apariencia es al parecer una invitación a que personas que sin escrúpulos se sientan con la obligación de privarte de la vida y tus sueños.

Nuestro país ocupa el lugar 16 de feminicidios, solamente por debajo de países como Turquía o Afganistán, donde, comprobamos que des afortunadamente la vida en este país se convierte en una guerra constante de datos contra la ineficacia de un gobierno federal que rechaza establecer el feminicidio como un crimen de estado, siendo ellos los que tienen que encargarse de resolverlo, y al no cumplir, participan en un asesinato de ilusiones y esperanzas de miles de almas que deambulan por las calles en busca de una justicia que se pierde entre pruebas desaparecidas e impunidad con regla.

Las 26, 267 mujeres asesinadas y contando, exigen que el feminicidio en México sea tomado en cuenta más allá de crímenes aislados y demagogia estéril de nuestros gobernantes que solo ven en las “Alertas de género” caer cantidades exorbitantes de dinero que como siempre, se ocupan para todo, menos para lo necesario.

Y es que ser mujer en México no debe ser un motivo de pena o terror. La mujer en México sostiene un pilar fundamental, un pilar de ideas, un pilar de sacrificios y color que solamente ellas desde la belleza de su interior pueden registrar.

La violencia, en cualquiera de sus expresiones es lamentable, y permitir que se ensañen con el “sexo débil” nos vuelve a todos cómplices por no exigir más allá de los datos, por quedarnos sentados esperando que la respuesta venga de arriba para abajo, cuando, en ocasiones, tenemos en nuestras manos la solución a muchas cosas, a mucha de está violencia

Mujer, no te sientas sola, todos los que estamos afuera estamos velando por que tengas un país seguro; un país que te proteja; una sociedad que, así como levanta la voz contra las estupideces más grandes, te apoyará a ti en esta lucha con sentido de la cual eres víctima.

Las mujeres sostienen este país, y los que estamos del otro lado de la barrera del género, estamos obligados a velar por sus intereses, su valor y su vida. Por qué al parecer ser mujer en México es sinónimo de terror, cuando ser mujer en México debe ser algo más que ir caminando de la mano con la muerte.

Ser mujer en México debe significar más que una cifra en un tablero. Ser mujer en México deber ser color, vida y esperanza, no solo el rojo sangre en el que se han convertido.

Hasta la próxima.

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«La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza.»

Napoleón I (1769-1821)
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