Dolor

Nuestros jóvenes. Nuestra esperanza.
Por Edel López Olán.

Sr. Miguel Ángel Yunes Linares.
Gobernador Electo de Veracruz.

Nuestra realidad es desesperante. Observar como una madre se lanza sobre el féretro de una hija rogándole perdón por no encontrarla antes de su fatal destino es apabullante. Nuestro presente se ha convertido en un sin número de casos de dolor e infortunio que lentamente carcome nuestra mente, nuestra esperanza, nuestra felicidad. El último trago amargo que vivimos nos ha golpeado de una forma tan “normal” que solamente nos mantiene alertas, con un ojo sobre el hombro y con el otro sobre el camino. La vida de nuestros jóvenes se ha vuelto el blanco de una guerra de desapariciones tan absurda como pocas, donde, la única trinchera que tenemos son nuestras oraciones y nuestro dolor, y eso, poco hace contra las balas que descienden sobre nosotros cada día.

Hablar contra el gobierno es algo completamente intrascendente. Nuestras palabras; nuestra voz; nuestros miles y miles de kilómetros recorridos en marchas se vuelven nada al ver como un hombre solo nos observa desde las alturas y sonríe de forma mordaz. Ya no. Tampoco hablar y escribir sobre las demás personas es trascendente, está más que demostrado que a pesar de que los buenos somos más, también es evidente que no tenemos las armas para defendernos de una ola de violencia que azota al estado en muchos niveles, con mucho dolor.

Los tres últimos jóvenes asesinados en Veracruz abultan la enorme cuenta que cierne sobre nuestro estado. Pero más allá de la violencia; más allá de nuestro dolor e impotencia; esta enorme debacle social debe ser una lección para nosotros como ciudadanos.

En Veracruz nos encontramos en la tangente política ideal. Usted no ha probado nada, solamente se ha lanzado sobre un animal herido y pútrido que ya no merece más su atención. Esto es lo que pasa en las calles de nuestro estado; esto es lo que debe preocuparle de hoy en adelante; porqué esto es lo que nos carcome, esto es lo que nos está destrozando a todos y cada uno de los elementos que vivimos en las familias veracruzanas: el dolor de perder a nuestros jóvenes en manos de una enorme fiera llamada violencia.

Hoy fue Génesis Deyanira Urrutia, Octavio García Baruch, Leobardo Arano y Alan Arroyo Prado, mañana, ¿Quién será?
Lo comprometo como el gobernador electo a poner fin a esta ola de violencia que nos está arrebatando todo. Tome usted su investidura y salga a la calle a escuchar el verdadero clamor del pueblo que se encuentra más allá de meter a la cárcel a un hampón histórico del estado. Escuche de viva voz lo que vivimos en nuestras calles; lo que vivimos en nuestras casas al encerrarnos a piedra y lodo; a ver sobre el hombro; a vivir con la zozobra de nunca llegar a ver a nuestros seres queridos.

De qué sirve decirles a nuestros jóvenes que no están solos. De qué sirve decirles a nuestros niños que Veracruz vive en paz si nuestras autoridades hacen caso omiso a nuestras peticiones. Hoy, usted está comprometido, ¡NO!, tiene la obligación de crear una estrategia efectiva y sonante y hacer efectivo nuestro voto. Insisto, usted no ha demostrado nada, pero si tiene la obligación histórica de ser el primer gobernador que ponga fin a este cáncer llamado violencia.

Nuestros jóvenes son la esperanza de nuestro estado y de nuestro país. Es injusto que les arranquen la vida de una forma tan cruel y brutal. No podemos seguir permitiendo esto y usted señor Gobernador tiene esa obligación sobre su espalda, sobre su consciencia, sobre su historia.

A partir del primero de diciembre tiene usted todas las de ganar, espero, no sea otro más que nos entregue desafortunadas y estúpidas cuentas al final, y que salga huyendo como un ladrón más con nuestra esperanza y de nuestro estado a cuestas.
Aprehenda al que tenga que aprehender para saldar las cuentas de nuestro estado, pero, señor gobernador, tiene usted una cuenta más: Nuestra tranquilidad.

Nuestros jóvenes hoy demandan que esa tranquilidad sea devuelta. Que puedan caminar como antes por las calles con la felicidad que les caracteriza. Que puedan expresarse sin miedo. Que no tengan miedo a ser desaparecidos o amenazados por enfatizar lo malo que sucede. Hoy nuestros jóvenes demandan justicia, una justicia que nos ha sido negada, una justicia que no existe ni en nuestro estado ni en el país. Hoy, esperamos que por fin nuestro estado brillé como lo hizo en antaño.

Y si no, que el pueblo y la nación se lo demande.

Hasta la próxima señor Gobernador (qué espero, ya no exista)

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La frase de la semana

«La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza.»

Napoleón I (1769-1821)
Emperador francés.

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