
La vida tiene muchas formas de demostrar lo caprichoso de sus designios. El Chapecoense, un club que apenas en el 2009 se encontraba en cuarta división, hoy, es la oración que nos une a todos los que amamos el fútbol.
Un azar del destino se encargó de colocarlos fuera de una final soñada para un equipo que tenía todo que ganar y nada que perder. El ver los rostros de sus aficionados destrozados por la tragedia, vuelve a colocar sobre la mesa la discusión sobre el fútbol como un estilo de vida, y de cómo, como aficionado, vives los colores de una forma profunda, tanto como tu propia vida.
81 personas perdieron la vida en uno de los capítulos más tristes y desagradables de la suerte del Brasilerao.
Que Dios los tenga en el mejor lugar, como los campeones que son.

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