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Un momento. Ese enigmático momento de paz entre el sonido titubeante del obturador y la magia de la historia por contar. La vida que existe en medio de una idea plasmada en el más profundo rincón de la mente, se ha convertido en motivo de observación por parte de una sociedad mórbida qué señala la belleza del cuerpo y mancha el color de las tomas con sus prejuicios sin sentido.

La belleza se ha convertido en un estigma. El deseo se ha convertido en un tabú. El arte se ha menospreciado por un exceso de moralismo. Sí. En México la belleza del segundo se ha convertido en el objeto inherente de señalamientos de un machismo clásico, con un pudor distraído y una poca consciencia del momento social tan importante en el que vivimos.

La vida alrededor de una fotografía tiene muchas historias que plasmar. La interacción que existe entre el modelo y la mente del fotógrafo se convierte en un lienzo que plasma color, textura, luz y sombras más allá de la comprensión de una mente. “La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma”. dice la reconocida fotógrada Susan Sontag.

En ocasiones, dentro de una sociedad que observa solamente un cuerpo desnudo, el “mirar” una historia queda de lado. Nunca podremos entender el valor de una fotografía si no observamos cada uno de los elementos que la crean. La belleza de un cuerpo o un paisaje. El color de la luna o el mar rebotando sobre ella. Las estrellas. La cadencia de cada tono de luz. La esencia de una mente plasmada en una pictografía que debe ir más allá de lo que piensas como espectador, más allá de un cuerpo desnudo, más allá de un deseo reprimido de consciencia.

Eso es la fotografía. Esa belleza de un segundo que pasa por nuestros ojos en un momento de infranqueable tranquilidad. Aprender y entender que la fotografía se encuentra más allá de nuestros sentidos es algo que lentamente nuestro corazón debe aceptar. El momento congelado, plasmado en una reseña pixeles es la culminación fulminante de muchos rubros de razón y amor, de sensaciones y como no, de diversión. La belleza de un cuerpo. La imagen poética de un amanecer. La eterna seducción de una mirada, todos, absolutamente todos los factores de una fotografía se encuentran impregnados en nuestra mente.

Dejemos de lado esa soberbia que empaña nuestro sentido común al ver un desnudo, recordemos, que detrás de cada una de esas poses enigmáticas se encuentra la esencia de un ser humano; un ser humano que vive su momento de felicidad al salir de esa cotidianidad que lo empobrece. Detrás de esas poses existe un sinfín de sentimientos que engalanan nuestra vista y hacen brillar a nuestro corazón. Sí. La fotografía es más que una imagen. La fotografía es un sentimiento donde tenemos la oportunidad de reflejar historias tan hermosas como la vida misma.

Observen la fotografía. Ámenla. Vivan a través de ella, pero nunca la observen desde el morbo inherente de nuestra sociedad.

Recuerden, solo es un segundo.

Hasta la próxima.

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La frase de la semana

«La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza.»

Napoleón I (1769-1821)
Emperador francés.

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