
Gasolinazo: Entre el Pánico y la ignorancia
Por Edel López Olán
En 1938, Orson Welles aterrorizó a los Estados Unidos con la adaptación increíble de la Guerra de los mundos de H.G. Wells. La narración sobre los “acontecimientos” sucedidos en suelo americano después de la caída de decenas de meteoritos, puso en jaque la seguridad nacional de un país, que, hasta el momento, no conocía el “terrorismo” provocado por parte de un genio de la métrica narrativa.
Estamos hablando de 1938, una época donde las personas se impresionaban demasiado como parte de su poco contacto con imágenes propias, y, sobre todo, por la costumbre de utilizar algo que en este momento tecnológico los mexicanos ocupamos en nuestra contra: La imaginación.
Desde «El Chupacabras», el sensacionalismo en México se ha convertido en la herramienta perfecta para procrear una idea colectiva errónea en momentos sociales clave del país. Mantenernos “ocupados” en otros temas, son el recurso perfecto para efectuar movimientos, que cual ladrón en medio de multitud, ocupan nuestra vista distraída por lo deslumbrante de un tema para vaciarnos hasta lo más profundo de nuestros bolsillos.
Las redes sociales, los blogs de noticias independientes y demás medios de comunicación amateur, han convertido el concepto de «El Chupacabras» en una Hydra que desafortunadamente, juega con nuestra mente de formas tan interesantes como decepcionantes.
“El Gasolinazo” inundó la red días antes de la llegada del fin de año. Sí, si bien la medida es una contradicción a las indicaciones hechas por el Gobierno Federal, se debe analizar en gran medida de una forma más fría y calculadora que una simple compra de pánico que no llegará ni al fin de semana.
Los análisis no son nada alentadores. La inflación para el 2017 de acuerdo al alza de la gasolina afectará a la mayoría de los comerciantes que enfrentaran un aumento en la inflación del 5%. Entonces la mayor preocupación de la sociedad se debe centrar en el alza de precios de los productos finales que consumen diariamente; y no solo a comprar gasolina como desaforados, provocando un problema de mayores proporciones y que repercute en problemas como el desabasto y el caos total en la mayoría de las gasolineras del país.
La mayoría de los transportistas se ven afectados por tal medida, siendo presas del pánico en una vorágine interesante que solamente los orilla a tomar gasolineras en una forma de raptar la medida, cuando la acción dista de ser una solución per se.
Pero los fantasmas provocados por nosotros mismos afectan directamente nuestra mente, siendo un factor de poca cohesión ideológica aderezada por los cansados y tediosos dimes y diretes digitales que manchan y corrompen una idea de principio a fin.
En este aire anarquista, los mexicanos pensamos como Orson Welles. Creamos enormes meteoritos de innumerables cantidades de información que solo nos lanzan a las calles como una horda estúpida que piensa que solamente “El Gasolinazo” afecta a los automóviles, cuando, las implicaciones económicas mundiales, también provocan está alza de gasolina, no solo las aspiraciones cortas de un presidente que obviamente no tiene la más remota idea del porqué le mientan la madre.
Los mexicanos siempre comentemos el mismo error. Nos enrolamos con ideas vacías que jamás nos dejan visualizar una idea general desde un análisis objetivo. Entramos en pánico por la ignorancia de nuestros actos. Mantenemos una idea latente cuando no estamos conscientes de que las formas en como multiplicamos la información pueden ser, a cada momento, más desconcertantes, jugando en nuestra contra en un país que no tiene un solo momento de lucidez en cuanto a redes sociales se refiere.
Orson Welles utilizó la radió por ser un elemento que utiliza completamente nuestra imaginación para recrear lo que la voz emite. Hoy, somos tan estúpidos en cuanto el trato de información se refiere, que, a pesar de tener todos los elementos para crear un criterio, seguimos pensando que “El gasolinazo” afecta directa y únicamente a los vehículos, apuntalando la razón por la cual, gobierno y demás utilizan estas bombas inertes de información para controlarnos.
Somos prisioneros voluntarios del pánico y la ignorancia en un país ciego de información y lento al reaccionar, condenándonos por siempre a este letargo de ideas y juicios que nos tiene en el lugar en el que estamos: la confusión total.
El día de mañana, cuanto tenga una información frente a sus ojos siempre pregunte: ¿Será la verdad?, y en ese momento, su mente pasará de ser una víctima más, a una mente completamente libre de pensamiento, donde su criterio comenzará a hurgar en esta enorme red de ideas y conocimiento que lentamente nos consume y que desafortunadamente, nunca ocupamos a nuestro favor.
Hasta la próxima.

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