
¿Qué haríamos nosotros señor presidente?
Por Edel López Olán
En México cualquier acción parece paradójica. El querer establecer un equilibrio en un país tan interesante se convierte en una utopía que cambia de sentido sin ningún aviso. Sórdido. Sin sentido. Mordaz. México es un país donde desafortunadamente cualquier decisión impacta en la consciencia social, en el ámbito popular, y ahora, en las redes sociales.
El nuevo gasolinazo obligo al país a movilizarse de muchas formas, porqué, paradójico como es, tenemos una gasolina que cuesta un cuarto del salario mínimo y una canasta básica por arriba del ingreso promedio del ciudadano común, en una debacle económica nacional y un cinismo desmedido de la clase política del país.
Pero como buen país camorrero que somos, salimos a las calles a reclamar algo que es nuestro derecho: Una gasolina que se adapte al gasto promedio de una persona normal. Por qué a pesar de que algunos políticos digan a voz en cuello que se puede vivir con solamente 100 pesos diarios, pues, la voz de la turba dice lo contrario.
Y comenzaron los saqueos.
Una de las teorías que corre de boca en boca (para nada descabellada, sucedió en el 68, puede ser, y lo más probable es que sea) es que grupos de choque pagados por el gobierno comenzaron a saquear aprovechándose del enojo y encono que tiene la sociedad contra el gobierno, haciendo una reacción en cadena que se propagó a varios estados de la república mexicana. Si el gobierno lo propició, era evidente que también se le estaba saliendo de las manos. Las reacciones desmedidas de la población al saquear tiendas de conveniencia, llevo a ciertas zonas del país a una sensación de perdición social que solamente habíamos visto en lugares como Venezuela.
Al explicar, el presidente de nuevo cometió varios errores de sintaxis y fondo que desafortunadamente enardecen a una población harta de todos los desmedidos de las autoridades y la falta de prioridad en las soluciones fehacientes. En su desesperación, el presidente dio en un clavo que detono otro polvorín; en un detalle más de su ya larga e innumerable lista de pifias sin sentido:
¿Qué hubieran hecho ustedes?
Es evidente que un estratega no puede preguntar eso. Imagino al General Eisenhower preguntándolo en el cuarto de guerra antes de la Batalla de Normandía, e imagino las caras de desconcierto de todos y cada uno de los miembros de ella y creo fue la misma de todos nosotros en nuestros hogares. Sí, efectivamente señor presidente, creo que la gran mayoría de los habitantes de este país le podremos decir que hacer y de qué forma, sin embargo, aquí podremos recordarle los puntos esenciales de las necesidades de un país que obviamente usted desconoce:
1. Haríamos que usted y todos los funcionarios a nivel nacional tuvieran un poco de consciencia de lo grave que es que exista una disparidad tan grande de sueldos entre la clase trabajadora y la política. Un país, y un estado que se sostiene a base de compadrazgos y favoritismos impregnados en nómina, ha llevado lentamente a todos a una molestia continua donde los políticos comentan que se puede vivir con 100 pesos, cuando ellos lo gastan en una propina de un estacionamiento, es ilógico, ¿No cree?
2. Utilizaríamos el poder que tiene para llamar a cuentas a funcionarios como Humberto Moreira, Javier Duarte, Guillermo Padrés, Cesar Duarte y todos los maleantes que usted conoce y no permitir que los estados sean saqueados de una forma criminal, donde, por su omisión, parece que usted es parte de esa gran maraña de corrupción y desprestigio, ¿o no lo es?
3. Lucharíamos por qué el ingreso de los hogares sea digno y no las migajas que se les da a cada momento.
4. Dejaríamos de darle dinero a los partidos políticos (Es una pérdida de tiempo y dinero) donde las arcas de cada uno se inflan de forma in específica y que ahora son insaciables, provocando más problemas que soluciones en una mafia que no tiene sentido.
5. Tabularíamos a los Diputados y Senadores como cualquier otro trabajador de gobierno; que sientan lo que es vivir como pueblo y no del pueblo, para que se vuelvan afines a sus problemas y no sordos a las soluciones.
6. Combatiríamos la corrupción desde lo más profundo, así sea de las más altas cúpulas de poder donde obviamente, usted sabe dónde se encuentran los delincuentes.
7. Colocaríamos en los puestos específicos a funcionarios preparados para tales labores. Ingenieros, por ejemplo, en la Secretaría de Energía. Médicos reconocidos en la Secretaría de Salud. Artistas eminentes en la Secretaría de Cultura y no improvisados presidenciables que solamente van a aprender en una burla completa a una sociedad harta de experimentos políticos.
8. Y la última y la más sencilla: ¡CUMPLIRÍAMOS LO QUE PROMETEMOS!
Y así, en estos puntos, que sé y estoy seguro que existen muchos más en la mente de cada ciudadano de este país, puede lentamente percatarse que los problemas básicos de la sociedad, o al menos los que nos tienen hartos, son tan esenciales que son muy sencillos, por lo menos, de proponer y luchar por ellos.
No pregunte cosas de las cuales usted sabe la respuesta. No busque en demagogias lo que no puede solucionar con políticas internas. No mantenga en vilo a una sociedad que lentamente se autoconsume por su falta de eficacia.
Es usted el presidente de la república, no pregunte cosas que usted mismo y toda la clase política de este país han provocado.
Tenga un poco de vergüenza señor presidente.
Hasta la próxima.

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