¡Siempre México!
Por Edel López Olán.

Somos un país complicado. La declaración de un presidente fuera de sus cabales nos golpeó en lo más profundo de una dignidad nacional que solamente fluye cuando estamos con el agua hasta el cuello o la consciencia a flor de piel. Pero las cosas cambian cuando hablamos de una dignidad nacional exclusiva de nuestro entorno. Nos volvemos unas hienas ideológicas mermando en todo sentido el simple concepto de país como unidad y segmentamos las ideas sin llegar a acuerdos, en una historia que nos corrompe de principio a fin.

El presidente Donald Trump es una mezcla interesante entre una caricatura mal diseñada y un argumento muy lábil. Sus declaraciones no solo han impactado a sus vecinos cercanos, sino que han puesto en vilo a todo el mundo por su falta de sentido común, poca credibilidad y una xenofobia que no se veía desde el Führer. Al parecer, México es una piedra en el zapato un poco interesante para el nuevo presidente de los Estados Unidos. Su evidente animadversión hacía su vecino del sur, lo llamó a dar declaraciones tan lamentables que activaron en todos los mexicanos ese nacionalismo extraño que nos invade de una forma sobrenatural.

México es un país hermoso, desde la calurosa Tijuana hasta el increíble Cancún. Somos un país de llanuras majestuosas, desiertos imponentes y kilómetros de hermosas playas que se confunden con el atardecer. México es en sí, un paraíso de hermosas e interesantes culturas que convergen en nuestra identidad, nuestro entorno, nuestra vida.

Pero algo pasó en el camino que perdimos el norte.
Los mexicanos nos hemos convertido en una sociedad tercermundista adosada en demasía por los lamentables, corruptos y terribles gobiernos que hemos tenido. Sin embargo, como sociedad, también nos encontramos envueltos en una dinámica de estira y afloja ideológico que nos estanca en el concepto de Trump en un mundo globalizado y terriblemente cruel. México se ha convertido en un nido de corruptos que prefieren enriquecerse que crear para un país que tanto lo necesita. Es un paraíso fiscal de muchos empresarios que ven en la complicidad de nuestro sistema una forma cómoda de crecer en medio de un hoyo negro de desesperanza que ha impulsado a todos, desde tiempos inmemorables, a abusar de nosotros hasta la entraña.

Trump únicamente colocó un enorme espejo donde nosotros nos reflejamos de una manera tal que no supimos soportar. Nos percatamos por fin, que el paternalismo americano había terminado y que era el momento (políticamente hablando) de tomar las riendas de un país abandonado y triste, que hoy más que nunca merece un cambio de cultura y de ideología.

México es un gran país, pero no merece que nuestro nacionalismo surja en cada momento de desesperación. Necesitamos ser siempre México. Necesitamos creer en nosotros mismos, en nuestro entorno, en nuestra gente, para así, poder dar un palmo de narices a cualquier presidente que nos llame una nación abusadora por lo que todos los gobernantes han creado.

México nos necesita más que nunca, pero no como una horda de banderitas tricolores de caras sonrientes. Nos necesita en las trincheras de nuestra consciencia, ahí, en lo laboral, donde con trabajo y orgullo podemos sacar a nuestro país adelante sin depender de un presidente para hacer grande a México, dependamos de nosotros mismos para salir de una enorme y estúpida ideología.

Hoy más que nunca nuestro país nos necesita más allá de los muros de nuestros propios miedos y si no es así, que el pueblo y la nación nos lo demande.

Hasta la próxima.