Tal como estaba previsto, y a pesar de los clarísimos obstáculos legales que existen, el Parlamento catalán ha llevado a cabo la votación necesaria para proclamar la independencia de Cataluña. Con 70 votos a favor, 2 en blanco y 10 en contra, el resultado fue claramente favorable al SI, y quedó proclamada la «República catalana, como Estado independiente y soberano».
Ha ocurrido, como también era previsible, en el contexto de un pleno parlamentario estrambótico, tenso y accidentado, y se ha celebrado con un procedimiento excepcional votado y aceptado sobre la marcha, frente el rechazo manifiesto de los diputados de la oposición, que abandonaron el hemiciclo entre gritos de ‘¡Viva Cataluña!’: la resolución de Junts Pel Sí, que propone la declaración de la independencia de Cataluña, se votó en una urna, para garantizar el voto secreto de los diputados y limitar así las consecuencias penales individuales que pueden derivarse de este acto.
Mientras tanto, en las calles, el clamor y la celebración han comenzado en cuanto se ha sabido la noticia:
El texto de la resolución recién aprobada recoge la propuesta de una «constitución de la República catalana, como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social».
El choque con el Estado español, cuyo Senado aprueba hoy las medidas con las se aplicará el artículo 155 de la Constitución, es ya inevitable.

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