Por Edel López Olán
“Nos damos cuenta de la importancia de nuestra voz cuando somos silenciadas.”
Malala Yousafzai
No podemos celebrar sin reconocer.
Este día se debe reconocer a la amiga, la trabajadora, la jefa, la vecina, la maestra o la ministro de la corte. Sí, tan lento como una gota que corrompe cualquier piedra, las mujeres se abren paso de una forma impresionante ante un mundo que las observa sobre el hombro y las tacha de exageradas ante acciones que son la razón de sus exigencias.
La mujer ha dejado atrás su lugar de actriz secundaria.
Todos debemos reconocer el terreno que se han ganado gracias a su valía. Tenemos mujeres que pueden utilizar un montacargas, luchar cuerpo a cuerpo con cualquier soldado, acribillar de ideas desde la trinchera de las letras, apabullar con propuestas desde cualquier lugar, hoy, la mujer sigue en ese paso imbatible que borra todo prejuicio.
Pero no podemos celebrar sin reconocer que aún existe mucho por caminar.
Cada mujer desaparecida por violencia de género se convierte en ese estandarte que habla desde la sobriedad de los hechos. No importa de qué latitud provengas, o cual sea tu ocupación, vestimenta o gusto, hoy se debe respetar tu vida sin ningún tipo de recelo.
Debemos celebrar; pero no celebrar el concepto per sé. Tenemos que celebrar que han dejado de convertirse en una promesa y se han colocado lentamente al lado del hombre en la historia; en un lugar que nunca debió ser alcanzable, sino simplemente, por decreto, una paridad.
En este día la mejor forma de felicitarlas es refrendar su lucha desde todas las trincheras, reconociendo que el camino está allanado para muchas generaciones de mujeres que gozaran de lo único por lo que luchan: igualdad.
Queremos un mundo feliz, pero también queremos un mundo lleno de igualdad, fuerza, sobriedad y reconocimiento, y en este día no celebremos sin antes reconocer que hay que brindar honor, a quien honor merece: Las mujeres
Hasta la próxima.


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