Por Edel López Olán

Lo bueno: ¡Viva México!

Nuestro país es un lugar de grandes traiciones, color, magia y fantasía. Su historia, a pesar de que muchas personas se dediquen a mancharla con cambios de fondo, siempre seguirá siendo una historia de héroes, de guerreros, de grandes personajes que solamente un lugar con tanta gallardía como México puede tener. 

Sí, México sigue celebrando, por qué sonreímos a pesar de sus miles de tragedias, su violencia desmedida, su corrupción recalcitrante que trasciende generaciones, tenemos la oportunidad de abrazarnos en un sonoro y enorme abrazo que ha pasado de generación en generación.

¡Sí!…¡México celebra como nunca su independencia, su historia, su amor por su tierra!…Por qué a pesar de todo somos los únicos que podemos sonreír ante todo y ante todos.

¡Viva México!

Lo malo: AMLO y sus desdichos

El camino de seis años parece muy pero muy largo. Muchas personas pensaron que el apoyo popular convertiría a Andrés Manuel López Obrador en un presidente a modo que tendría el camino por delante, sin nada que temer, sin nada que juzgar, en un país donde la política es tan implacable como extraña.

Muchas fueron las promesas de campaña, y como rezaba en ocasiones mi abuelo al referirse a la vida política del país: «Prometer, prometer, hasta meter..». El abanderado de MORENA no ha llegado a la presidencia y ya coloca minas de proximidad a todas las promesas de campaña que hoy, como una defensa expedita ante los graves desatinos, se cura en salud de muchas cosas que, en el ejercicio del poder, parecen imposibles de incumplir.

Pero así siempre ha sido Andrés Manuel, un demagogo constante que jugó muy bien sus piezas clave para llegar a millones de mexicanos que lo pusieron en el poder, y que hoy, en un golpe de realidad, se dan cuenta que no son la apabullante mayoría que decían ser.

Seis años comienzan y los desafortunados desdichos del jefe del ejecutivo encienden los focos rojos en la política mexicana, que hoy, cuál justicia kármica, se convierte en el foco de las mismas críticas que siempre vociferó, las mismas acciones a las cuales él nunca dio tregua y que, cual boomerang, regresan más filosas que nunca.

La política es la guadaña de los que prometen, y eso, lo está aprendiendo AMLO de una forma muy interesante.

Lo peor: Nos hemos acostumbrado a la violencia.

Varias personas fueron ejecutadas en la Plaza Garibaldi. Sí, probablemente sí se detiene a pensar un poco la noticia no tiene nada de raro en un país que borbotea de muertos mientras eructa de balas a cada rincón. La otrora «tranquila» CDMX pasó de ser el único lugar donde la violencia no había encontrado refugio a un lugar donde se ejecuta a mansalva en pleno festejo, sin embargo, ante el alza del narcomenudeo y la lucha entre cárteles rivales a la Unión Tepito, la violencia sigue en aumento sin un freno por parte del sistema.

Sí. La ejecución de varias personas parecía tan increíble como el actuar de autoridades y personas alrededor del lugar. Peniley Ramírez, reportera de Univisión describe con sorpresa cómo, a pesar de la muerte alrededor del lugar, las personas seguían conviviendo entre cánticos, licor e indiferencia.

Así es México, un país que vive desde hace muchos años una crisis humanitaria de inmensas proporciones que solamente unos cuantos quieren reconocer. Un país que camina entre la indolencia, entre balas y sangre; una sangre que ya no nos conmueve, que ya no nos sorprende, que ya no nos intimida.

En México nos hemos acostumbrado a la violencia, esa misma violencia de los noticieros que antes nos conmovía, hoy, podemos pasarla únicamente con un trago de tequila, una canción y un ligero y morboso espectáculo como todos los días, y eso, es lamentable.

Hasta la próxima.