Algo que por décadas se nos quedó grabado a muchos a punta de shingadazos casi casi, fue la historia de Porfirio Díaz, su pasada de lanza con más de 30 años en el poder y como Francisco I. Madero pugnó por la no reelección. Hoy se estaría revolcando en su tumba.
Invoco el recuerdo del presidente con uno de los looks más hipster de la historia precisamente porque hoy, gracias a la reforma electoral de 2014, impulsada por Kike Peña, el tlatoani más fotogénico que ha pisado la gran Tenochtitlan, la esencia del ideal de Madero mejor dijo “ah, bueno, chingoamimadre”, ya que en una jugada macabrona, lo que pensaba el copetón de Atlacomulco y el grupo de poder a su alrededor, bautizado después por el hijo pródigo de Macuspana como “la mafia del poder” (que ya ni menciona, por cierto) era quedar protegidos con un bloque de legisladores en ambas cámaras del Congreso que pudieran durar por varios años seguiditos, pero bueno, el PRI la cajeteó un poco, pasó el 2018 y como enamorado que descubre que su amor platónico a la que ya se le iba a declarar, salió embarazada de otro wey, todo se fue directito a la shingada.
Sin embargo esa herramienta electoral quedó más que puesta para el ganón que quisiera aprovecharla y pareciera que así será.
Y miren, la cosa es señalar algunos detalles al respecto, como decir que el presidente se ampara siempre en sus misas matinales en figuras cuasi-santas de la política nacional como Juárez y el citado Madero, pero al mismo tiempo se omite mencionar sobre la reelección que varios de sus correligionarios buscarán en esta elección, precisamente para hacer lo mismo que buscaba el grupo “de los de antes”, pero pues ya después de 5 años, sabemos que la contradicción es más común que un Oxxo cada 2 cuadras.
Pero por otro lado tenemos la posibilidad de que personajes muy particulares puedan continuar chupando de la teta del erario y miren que cada uno de los culit0s sentados en curules y escaños nos cuestan y bastaaanteee.
La cosa está en lo siguiente: sabemos que en las distintas legislaturas hay de dos tipos de legisladores: los que mueven el pandero y los que hacen bulto, los famosos “levanta-dedo” y esto es lo más preocupante, porque en sí ya tener nada más 500 diputados federales y no sé cuántos a nivel local, nos sale carísimo de París, el que un gran porcentaje de los mismos resulten improductivos por faltistas, sin presentar proyectos de iniciativas de ley, que nada más votan en bloque sin leer las propuestas que avalan, resulta todavía más caro a futuro para todos los ciudadanos, pero esa es la calidad de personajes que ahí encontramos, donde algunos que, aunque la ley les permite estar ahí, pues digamos que no serían ideales para la primordial tarea de crear y modificar las leyes que rigen a nuestra compleja sociedad, personas que muchas veces apenas tienen la secundaria terminada, pero son buenos para el argüende y de ahí su utilidad para los grupos políticos, más que nada. Pero ahí sí, culpa de nosotros por dejarlos llegar ¿verdad?
Y hablo también de personajes que, debido a nuestro valemadrismo, muchos ni siquiera identifican como sus representantes, aunque hayan votado por ellos, el típico caso de “¿a poco ese es mi diputado? Hasta ahorita que lo conozco?” Personajes, que ante la oportunidad de poderse perpetuar unos años más cobrando chido, trabajando poco y buscando resgüardo cubiertos por el fuero que se les brinda, no reparan en vergüenza de pedir sean apoyados para una eventual reelección y el daño que esto conlleva para la vida política y de la ciudadanía de nuestro país.
Y bueno, remato este chismecito rico señalando que el poder otorgar de entrada la oportunidad para la reelección de estos personajes en las legislaturas, bien podría sentar el precedente para decir “hey, que el presidente pudiera reelegirse, no suena mala idea”. Aquí es donde Madero se revuelva en su tumba y en París, los restos de don Porfirio sonríen.
FB: El Doogie Olivares
X: @eldoogie
Escucha nuestro podcast en Spotify:


Deja un comentario