Los sucedido con Melanie de Jesús Barragán en Tamaulipas vuelve a colocar el debate sobre la mesa sobre el cómo y el por qué las mujeres siguen siendo el foco de tanta violencia.
Han pasado dos años de otro de los casos increíbles de este país surreal. El 9 de abril del 2022, el rostro de una joven inundaba las redes sociales en medio de una suplica por parte de sus padres y amigos, una suplica que hasta el momento (como siempre en este país) se difumina en el abandono de la impunidad, la indiferencia y el olvido.

Debanhi Escobar desapareció en la colonia Nueva Castilla de Nuevo León, la fotografía de la joven en medio de la carretera esperando por un medio de transporte se convirtió en la última estampa de su vida, y en el estandarte de una lucha que culminó dos semanas después cuando encontraron su cuerpo en una cisterna a unos metros del lugar donde desapareció.
La desaparición de personas en México es generalizada y sistemática. Después de un año de llegar a 100,000 casos de personas desaparecidas la cifra aumentó en un 7.3% en el 2023 y siguió aumentando en el 2024 en un 8.3%. A la fecha los reportes de casos de personas desaparecidas siguen en aumento. Tan solo en el 2023 se presentaron 10, 315 casos de personas desaparecidas en todo el territorio nacional donde el 23% de los casos son de mujeres que se enfrentan a un sistema que solo observa y activa sus protocolos de seguridad solo a conveniencia política y sin ningún tipo de resultado.
Al momento del cierre de este artículo, 5747 mujeres han desaparecido en el país donde al menos el 80 % de los feminicidios en México están relacionados con el consumo de alcohol.
“El consumo de alcohol es una de las causas de feminicidio, por eso es importante hacer campañas de prevención para que entendamos qué está pasando y qué medidas se pueden tomar para prevenir”, señala la coordinadora de Posicionamiento Público de la organización Gendes Susana González.
La experta afirma que existe suficiente evidencia de la asociación entre el consumo de alcohol y la violencia de género. “Los hallazgos de investigación señalan que el alcohol actúa como un factor proximal, además de los factores distales como los problemas de pareja, en la perpetuación de la violencia basada en el género”, indica.
Y es aquí, donde Melanie, es trasdendental en esta historia de violencia de género.

Un joven, novio de la víctima, decidió que esa noche era el momento perfecto de saciar todas sus frustaciones y una mujer, su novia, era el mejor blanco para hacerlo, ¿Por qué? porque simplemente en México no pasa nada.
En el metraje aparece un joven alcoholizado y «envalentonado» lanzando puñetazos a Melanie que grita en medio de una calle mientras nadie la auxilia, solo una valiente amiga que poco pudo hacer ante la fuerza de un hombre decidido, era evidente, a terminar con la vida de la joven. Un puñetazo, dos patadas en la cara y una arrastrarla por más de 20 metros sobre la calle fueron el epitafio de Melanie que hasta ese momento solo quería salvarse, las explicaciones las pediría después.
La joven amiga de Melanie ha relatado a medios de comunicación que la víctima se subió a un vehículo con su agresor y dieron varias vueltas antes de regresar a la fiesta y ser agredida…¿Y si no hubieran regresado? y sé que los hubieran no existen, pero Melanie hubiera pasado a otro rubro de esta estadísticas fatales de un país sin escrúpúlos.
La narrativa de hechos no para en este sentido. Y es que en un país donde en esta misma semana nos debatíamos en el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre una reforma al Poder Judicial sin pies ni cabeza, hoy, la parte más baja del esquema de justicia nacional sigue siendo una caricatura que toma decisiones estúpidas que repercuten en la historia de cada caso.
Según declaraciones de las personas en la fiesta donde ocurrió la agresión, la policía estatal se presentó al lugar, retuvo por escasos 15 minutos al agresor de Melanie y lo «tuvo que soltar» por que no existió un parte médico ni denuncia por parte del nosocomio donde llevaron ensangrentada a Melanie.
¿No había teléfonos?
¿No existe una forma en que la policía pueda coordinarse para poder realizar una detención?
¿No existe una forma de crear los protocolos suficientes para presentar culpables ante la justicia?
¿Donde están las fiscalías (que dependen del ejecutivo, no del Poder Judicial) que solo se limitaron a pedir las grabaciones para deslindar responsabilidades mientras los testigos no importan?
¿Donde está la justicia en este país?
Y de pronto, nos topamos con Suiza. Sí. Esa misma Suiza que nos dejó Andrés Manuel López Obrador.
La tía de la joven aseguró que al presentarse en el Hospitral Regional número 6 de Instituto Mexicano del Seguro Social, Melanie tuvo que pasar la noche en el piso, ya que no existía una camilla o silla donde pudiera estar más cómoda en su dolor que le provocaba una mandíbula fracturada, el órbital del ojo fracturado, dos costillas golpeadas y varios raspones por todo el cuerpo, si, todo eso padeció una joven en esta enorme y lascerante cadena de errores que tenemos en México.
Hoy Melanie está a salvo. Está a salvo gracias al valor de una amiga que sin medir las consencuencias se lanzó en contra del agresor para defenderla de la barbarie, que si no hubiera sido así, probablemente estaríamos hablando hoy de la muerte de una joven más en manos de un ebrio, qué, muy lejos del caso de Debanhi, tuvo a alguien cerca.

Por que en cada caso como el de Melanie, en cada lugar, en cada momento donde una mujer es agredida, el Fantasma de Debanhi sigue apareciendo en nuestra memoria como ese lamentable epitafio del horror de millones de mujeres de un México que camina en medio de tumbas, indiferencia, impunidad y olvido.
Y eso, eso es muy pinche lamentable.
Hasta la próxima.


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