Hoy, cualquier persona puede tomar su teléfono, filmarse y declararse influencer, pero, el concepto le ha entregado el poder a desadaptados que se creen impunes.
Por Edel López Olán (Permanencias Voluntarias)
El momento digital que vivimos es muy importante. La forma en como los seres humanos estamos interconectados en un solo click, tiene mayores implicaciones en nuestra vida diaria de lo que podemos creer. La nueva tecnología nos permite filmar, editar y comentar la realidad de su entorno. Desde cámaras de vigilancia hasta teléfonos inteligentes, las imágenes que rebotan en nuestras pupilas son parte de la forma en como entendemos nuestra percepción.
Pero, en esa infinita cualidad que tiene el ser humano en destrozar todo lo que tiene a su alrededor, los conceptos se rompieron en un mar de opiniones.
Influencer es un anglicismo usado en referencia a una persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales. El número de influencers varía dependiendo la región del mundo, se estima que en 2025 habrá 127 millones de influencers en todo el mundo. Esta cifra representa una amplia variedad de creadores de contenido, líderes de opinión y creadores de tendencias en diversas plataformas y nichos
Según Statia, en 2024, se estima que en el mundo hay más de 13.600 influencers con más de 100.000 seguidores en redes sociales. También se estima que hay más de 1.360 macroinfluencers, es decir, aquellos que tienen más de un millón de seguidores. En Latinoamérica, el número de influencers varía según el país. Por ejemplo, en 2023, Argentina tenía más creadores de contenido que México.
En México, se estima que hay 1.9 millones de influencers, mismos que hoy, un sector de ellos se encuentran en el ojo del huracán.
En 2021, a nivel nacional, del total de mujeres de 15 años y más, 70.1 % han experimentado al menos un incidente de violencia, que puede ser psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación en al menos un ámbito y ejercida por cualquier persona agresora a lo largo de su vida. De enero a noviembre del 2024, existieron 2409 victimas de homicidio doloso y 762 presuntas víctimas de feminicidio (de las que se saben, siempre lo aclaro) y dentro de toda esa estadística hoy debemos hablar de una en especial: La víctima de Fofo Márquez

El año pasado, todos observamos en redes sociales como un hombre golpeaba y pateaba a una mujer en el piso desde las cámaras del C4 de la CDMX, el «hombre» que ejercía la violencia era el influencer Rodolfo Márquez, mejor conocido en redes sociales como «Fofo Márquez» un inadaptado que decidió que el que golpearan el espejo de su carro era suficiente motivo para patear a una mujer en el rostro. El inadaptado en cuestión se convirtió en su momento en un «ejemplo» para muchos jóvenes que pensaban que podían hacer lo que fuera solamente por el gusto de hacerlo, sin la obligación civil de pensar en las responsabilidades de sus actos. Los videos de Márquez en sus redes sociales, con el cual se le daba el título de influencer, iban desde retar a personas a golpes en las calles por dinero hasta bloquear el puente «Matute Remus» en Guadalajara, donde, en un alarde de poder ficticio aseguró qué:
«Eso lo podía hacer por que tenía el poder para hacerlo»
Pero ese poder ficticio es el grave problema que viven muchos influencers en México. El principio de ser parte de la narrativa nacional lleva a muchos jóvenes y adultos a crear contenido que los expone en muchos sentidos. Las vistas y la monetización son parte de esa facilidad, donde el supuesto «dinero fácil» que dan las redes empuja a decenas de niños y jóvenes a abandonar sus estudios para convertirse en la moda del momento.
En un estudio realizado por el Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) en España arrojó un destello sobre una realidad palpable en las aulas de la Educación Secundaria Obligatoria en España: un 80% de los docentes señalan a los influencers como los nuevos referentes entre los jóvenes estudiantes.
Esta inclinación, según los expertos, no es ajena a la omnipresencia de las redes sociales en la vida cotidiana de los adolescentes, donde el 99% de ellos las utiliza a diario, moldeando así sus aspiraciones y perspectivas de futuro hacia el emergente sector del contenido digital.
Este dato refleja no solo la pluralidad de intereses y gustos entre los adolescentes, sino también la creciente brecha entre las figuras tradicionales de autoridad y conocimiento, como serían los profesores, y estos nuevos ídolos digitales.
Paralelamente, el reporte titulado “El ocio digital de la población adolescente”, desarrollado en colaboración por la Fundación FAD Juventud y la Fundación La Caixa, enfatiza la relación de los jóvenes con estos influencers más allá de la mera admiración.
Se revela que existe un compromiso económico de parte de los seguidores, quienes invierten su dinero a través de suscripciones o donaciones para apoyar a sus figuras favoritas. Este fenómeno subraya una nueva forma de interacción fan-ídolo, evidenciando el valor y el peso que estos creadores tienen en la vida de los adolescentes.
Y aquí es donde deriva el problema en México.
El modelo de negocio de los influencers se ha convertido en el caldo de cultivo para que los grupos criminales ligados al narcotráfico utilicen los perfiles públicos para el lavado de dinero, uso de imagen e incluso, en algunos casos, tráfico de personas con ciertos perfiles.

La tarde el jueves 9 de enero, avionetas sobrevolaron el municipio de Culiacán, en Sinaloa, y lanzaron volantes en los que se señalan a 25 artistas e influencers de tener vínculos con la facción de Los Chapitos, comandada por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
En los panfletos se incluyen figuras como el cantante Hassan Emilio Kabande Laija, conocido como Peso Pluma, y el creador de contenido Markitos Toys, cuyos padres ya fueron atacados en su domicilio días después del asesinato de otro de los influencers mencionados en el panfleto.
Los folletos, impresos en blanco y negro, incluyen fotografías y nombres de los presuntos involucrados. En ellos se les acusa de ser “prepotentes, presta nombres, abusones, alucines, violentos, financieros, colaboradores cercanos y lavadores de dinero”. Además, cuatro de las personas listadas fueron marcadas como “eliminadas”, es decir, que fueron asesinadas. Se trata de Juan Carlos, alias ‘El Chilango’, asesinado en octubre de 2019; Miguel Vivanco, alias ‘El Jasper’, asesinado en noviembre de 2024; Adrián Antonio López Iribe, hermano de ‘El Compa Camarón’, asesinado el 13 de diciembre de 2024; y Leovardo Aispuro, alias ‘Gordo Peruci’, asesinado el 9 de diciembre de 2024.
Los brazos del narcotráfico han permeado a todas las escalas, y cómo lo podemos observar en decenas de ejemplos a lo largo y ancho del país, el deseo de una «mejor vida» y el dinero fácil, aunnado a la estructura del como los influencers llegan decenas de jóvenes, se han convertido en la vía de acceso al reclutamiento desde la ignorancia.
Y es que en un país tendencioso el «influyentismo» desde las redes también funciona para crear una dinámica falsa desde lo políticamente correcto
La periodista y escritoria Saskia Niño de Rivera aseguró que la justicia hacia el influencer «Fofo» Márquez se convirtió en un posicionamiento más que un acto de justicia per sé
El intento de asesinato por parte de la influencer Marianne Gonzaga que apuñaló a Valentina Gilabert en un arranque de celos no se convirtió en un acto tan mediático como en su momento fue el ataque de el «Fofo» Márquez en enero del 2024. La medición en la tendencia del ataque de «El Fofo» con el intento de asesinato de la influencer de 17 años, coloca sobre la mesa el debate de la justicia selectiva que existe en este país. Mediante una publicación en su cuenta de X, Saskia Niño de Rivera, la creadora de contenido afirmó que las mujeres también pueden cometer el delito de feminicidio e indicó que la víctima de Marianne ‘N’ actualmente se encuentra en un estado grave tras la agresión.
“Ah, pero no fuera el Fofo Márquez porque las redes estarían encendidas”.
Y tiene razón, la justificación que existe en el crimen cometido por Marianne y su trato, así como el trato que se le dio al «Fofo» (sin justificar a nadie) es el retrato perfecto de como nuestro país aun no acaba de entender la dinámica de quién y como se debe influir en nuestras ideas, en un mundo vacío, problemático y siempre en cambios continuos.
Los influencers en México deben ser un fenómeno que debe estudiarse a fondo e impulsar a nuestros jóvenes a entender que no existe el dinero fácil en un país donde las ideas se prostituyen al mejor postor.
Y eso, eso es muy pinche lamentable.
Hasta la próxima.


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