Al paso de los sexenios, el constante y ya desgastante argumento de la imperiosa necesidad de Reformas Estructurales que impulsen al país, se ha convertido ya en un discurso demasiado cansado que comienza a parecer una obsesión sin sentido. Las reformas a las leyes al parecer también, poco a poco se convierten en un tema de debate inmediato que nos sume más aún en un profundo remolido de demagogias tanto de los defensores como de los agresores, que nos mantienen a raya a la sociedad, siendo la falta de interés la mayor traducción a un dialogo eterno e irreverente.
En días pasados el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, envió a la Cámara de Senadores, la propuesta de reforma a los artículos 27 y 28 de la Constitución referentes a la propiedad de agua y de las tierras comprendidas dentro del territorio nacional y la práctica de monopolios, los estancos y evasiones de impuestos. Dicha cantada reforma comenzó un sin número de acciones en contra del tan afamada “Venta de Pemex”. Y es que el ingreso de capital privado a los procesos de extracción de hidrocarburos solamente convendría a los intereses de unos pocos que ya se han enriquecido lo suficiente con las muchas o pocas ganancias que emite Petróleos Mexicanos.
Por parte del gobierno de la República, el ingreso de capital privado es un oasis administrativo que podrá distraer muchos de los gastos que la empresa provoca y que por los manejos sombríos existentes, se ha convertido más en una carga que en una evidente solución al problema económico nacional. Y es que si ponemos como referencia modelos económicos como el de Brasil, donde el uso y distribución del petróleo se concesiono a privados, sin perder ganancias por las clausulas de servicios estipuladas en los contratos, teniendo los brasileños el control relativo de los ingresos, el control total de las inversiones y la última palabra en la compra y venta del crudo en el mercado. Por lo tanto, por cada barril de petróleo brasileño producido, la ganancia sería para el gobierno de casi el 60%.
En ese tenor, se corrobora que efectivamente, el ingreso de capital privado, si bien, no es la solución, puede ser una efectiva forma de explorar y explotar lo que al parecer se ha convertido en el nuevo “El Dorado” para los países de Europa y Estados Unidos.
Pero a pesar de que es evidente que el petróleo en México es un gran negocio si se hiciera de manera ordenada y transparente. El gobierno de la república sabe perfectamente que la problemática no radica solamente en la extracción y producción del hidrocarburo.
Como en casi todas las instituciones de nuestro país, la corrupción, malos manejos y fuga de dinero en grandes proporciones son uno de los grandes problemas de la paraestatal sin (obviamente) hablar de los millones de pesos perdidos en el limbo burocrático. Recordemos que apenas a principios de este año aparecieron sonantes y aberrantes contratos millonarios que hacían evidente una de las tantas cadenas de corrupción en las oficinas de la paraestatal con la consecuente explosión en la Torre Mayor de Pemex que costó la vida a algunos trabajadores en el afán de ocultar, o desdeñar lo que evidentemente es el problema inicial de Pemex: La corrupción.
En este rubro y de manera puntual, hablar del Sindicato Petrolero, es dejar en palabras menores todo significado de corrupción. Carlos Romero Deschamps ha fundado en el simple sueño de Carlos Marx un imperio de corruptelas, enajenaciones de dinero y manejos desorbitantes. Desde el más pequeño de sus hijos (el cual tiene 19 años) hasta el mayor de sus sobrinos (54 años), pasando por vecinos, amigos, hermanos, y compadrazgos partidistas, Romero Deschamps mantiene cautiva una de las nóminas más codiciadas del país, sacando y colocando a los antes citados en puestos específicos que mantienen así una cadena de corrupción imparable que ni siquiera la compra de zapatos de 25 mil dólares de su hija han podido detener.
Y es que el hablar de Reformas no es tan sencillo en nuestro país, donde en cada puerta y cada escritorio ha pasado un oscuro secreto que mantiene al borde de colapso una de las empresas de mayor ingreso, no tan solo en Latinoamérica, sino en el mundo. Probablemente la Reforma no sea tan mala, probablemente sea la solución, pero así como eliminaron del camino a un líder sin ningún tipo de valor administrativo en el Sindicato de Maestros, también deberían hacerlo en el de PEMEX, pero (porqué casi siempre lo existen en México) Deschamps y todos sus corruptos similares son más funcionales, firmando papeles que pasando un rato en la sombra suplicando por su libertad.
La entrada de capital privado en PEMEX no garantiza la venta de nuestro petróleo en sí, pero si garantiza el continuó uso del poder, que si ya se movía de manera sigilosa, ahora lo hará de forma invisible; pero (de nuevo este maldito PERO)como parte de una estrategia gubernamental, la entrada de estos recursos, podría agilizar en cierto sentido, la extracción del crudo y la producción de los refinados y demás derivados de manera tal que las ganancias per capita sean absolutamente ensordecedoras de las voces que piden a gritos no hacerlo.
Es de cierta forma paradójico escuchar las palabras del General Lázaro Cárdenas en el discurso a la nación sobre la expropiación de las instalaciones petroleras en el país por los malos tratos a los trabajadores y el desleal control del hidrocarburo. Al llegar al minuto cinco de la grabación, escuchas con demasiado orgullo y un tanto de morbo la gallardía con la que se desarrolla este no menos polémico personaje de nuestra historia, pero al paso de los segundos te preguntas: ¿En qué momento cambio de sentido algo tan importante?
Debemos también los mexicanos ser conscientes que los cambios estructurales no se llevan a cabo de la noche a la mañana, y que si queremos avanzar, debemos permitir progresos colaterales que van de la mano con la inyección de capital privado más controlado y que no pase por las insaciables manos de nuestros políticos.
Esta propuesta de Reforma de nuevo pasa a ser un capítulo más en la ya enorme lista de situaciones sin sentido que ocurren en un país tan rico y tan pobre. Donde los que más tienen siguen enriqueciéndose, viendo como los de más abajo observan incomprensibles lo que se mueve en las alturas. El General debe estar observando todo esta maraña, y lentamente ve como la energía con la cuál lucho, poco a poco fue apagando su fuego, poco a poco fue destiñendo su lucha, poco a poco fue convirtiendo su reforma energética, en una simple vela, que al mínimo soplo perderá el brillo por el que tanto lucho.
Una reforma energética sin energía. Una reforma des incluyente, partidista, con sentido práctico, y sin sentido económico. Una reforma que se lanzó con bombo y platillo con una energía sin igual y que sigue manteniéndose sin energía en el corazón de todos los mexicanos.
Hasta la próxima.


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