Tlacotalpan: todos sus colores
Inscrita en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1998 por la peculiaridad de su historia como puerto fluvial de origen virreinal en la cuenca del Golfo, por su excelente estado de conservación y por su deliciosa atmósfera jarocha.
La “Perla del Papaloapan” por su tamaño pequeño es una ciudad que sí se deja conocer bien en una caminata de medio día. Casi cualquier vía es buena para admirar sus bellas casas y edificios, pero podemos sugerir como comienzo el Panteón Municipal, en el extremo noreste. Desde ahí se camina por la calle Avelino Bolaños hacia la derecha (poniente), hasta el cruce con Zamora. Ahí, uno dobla a la izquierda y dos calles adelante se llega a la Plaza de las Madres y la Iglesia de San Miguelito, ahí se toma la calle de Mina hacia el sur hasta la pequeña Plaza Martha. Se dobla a la derecha y de nuevo a la izquierda está el Museo Salvador Ferrando. Frente a él, a una cuadra ya se ve la iglesia principal: el Templo de la Virgen de la Candelaria. Enfrente hay que descansar bajo las palmeras de la linda Plaza Zaragoza (la mayor de la ciudad) y ver, ahí mismo la Parroquia de San Cristóbal.
A través del Palacio Municipal, situado al sur de la plaza, es preciso acercarse al perezoso río Papaloapan. En esa zona céntrica de la ribera del río hay varios restaurantes donde es imperativo degustar la cocina jarocha.
Luego continúa hacia el oriente de la ciudad por la calle Venustiano Carranza. Desde el centro se camina y se ve primero, el bonito Mercado Municipal Teodoro A. Dehesa; luego, el elegante Teatro Nezahualcóyotl (esq. con Degollado); tres cuadras después está la Casa de la Cultura Agustín Lara y finalmente, otras tres cuadras más allá, se llega al simpático Mini Zoológico.


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