
Nota pugilistica:
Letal. Hablador. Coherente. Leyenda. Hablar de Muhamad Ali (El rehusó a utilizar el nombre de Casius Clay por ser su nombre de esclavo) siempre era sinónimo de polémica. El tipo era osco como pocos, con un movimiento de pies que alteraba los sentidos del más propio para pelear, era desesperante en el ring, hábil con su izquierda y letal con su gancho de derecha, era simplemente, el mejor.
Hace unos días el deporte perdió a uno de los más grandes exponentes de la historia. Su vida estuvo colmada de pobreza y sin sabores desde pequeño, pero su carácter bélico tan característico, lo llevo a convertirse en uno de los primeros hombres de color en obtener una medalla olímpica en 1960, en medio de toda la polémica que «su color» provocaba.
Fuera de toda técnica «normal» el dictó un estilo en el ring tan propio que pocos lo han podido duplicar. Angelo Dundee (su entrenador hasta su retiro) decía: «El solamente se coloca en el ring. Nada de lo que le digo es válido para él, pero simplemente es el mejor, sí, es Muhamad Ali»
«Vuela como mariposa, y pica como abeja. ¡Ruge, joven, ruge!» era su grito de batalla gracias a su mortal pegada y desplazamiento como el aire sobre el ring: «Es como golpear un fantasma» dijo George Foreman al termino de su primera pelea.
Pero más allá de las marquesinas, Ali siempre fue un hombre preocupado por su entorno social. Siempre preocupado por la perdida progresiva de sus raíces. Se negó a pelear en la Guerra de Vietnam con el valido argumento de: «Yo no tengo nada en contra de los Vietnamitas» y se mantuvo cerca de sus raíces islámicas siendo rechazado por muchos promotores por sus ideologías y religión. Ali trato de utilizar su empuje social para velar por los derechos de la gente afroamericana en un mundo que no comprendía y sigue sin comprender que el respeto no se gana por el color de la piel, se gana por tu historia de vida.
Sí, ese era Ali, un hombre que escribió con letras de oro una historia tan grande como los golpes que dio. Un hombre que tumbo absolutamente todas las barreras y se manifestó desde la trinchera de las ideas con los puños por delante y su corazón de defensa.
Hasta siempre al más grande de todos los tiempos.
Hasta siempre Muhamad Ali.
Hasta la próxima.

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