Texto original por Erika Flores (The Huffpost)
De nada sirvió acreditarse para uno de los eventos más importantes en términos de justicia, derechos humanos y política, de los últimos 12 años. Un cara a cara de madres de desaparecidos, académicos, colectivos y organizaciones contra la violencia con los cuatro candidatos a la presidencia, menos uno, la aspirante independiente Margarita Zavala quien canceló su asistencia.
«Expreso mi más profunda y sincera solidaridad con las víctimas de los últimos años», les dijo Anaya respetuoso y con tiento, sabiendo el peso moral de los asistentes que tenía enfrente. Más no por eso omitió «me preocupa el formato del evento de solo preguntas y respuestas, cuando más que escuchar, los candidatos también debemos hablar».
El panista-perredista aseguró estar impactado por el dolor de las madres de los desaparecidos. «Sí puedo entender que si pierden un hijo, pierden la vida», afirmó. Destacó que su propuesta es llegar a la paz como producto de la justicia, no de la impunidad. Pero, conforme respondía las preguntas planteadas por los organizadores, miraba también el cronómetro que tenía a su lado «¿De cuánto tiempo estamos hablando?», preguntó en algún momento y a cada oportunidad insistía en necesitar más tiempo para hablar y escuchar. «Yo al principio me entusiasmé porque esto era un diálogo», confesó. «Pero la verdad es que he escuchado poco de ustedes. Invítenme otra vez para poderlos escuchar», dijo antes de concluir.
Mientras él salió por la puerta trasera del museo, afuera, en la entrada los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa realizaron una protesta simbólica. Cristina Bautista, madre de Benjamín Ascencio -uno de los 43-, dijo brevemente «no estamos con ninguno de los candidatos, independientemente de quien gane, nosotros seguiremos en pie de lucha».
Emilio Álvarez Icaza se retiró por la entrada principal. HuffPost cruzó algunas palabras con él ¿Había logrado convencer el candidato a su audiencia? «Algunos de los organizadores me comentaron en general que le fue bien, pero que le faltó enfatizar algunas cosas».
Así comenzó Andrés Manuel López Obrador su participación. En primera fila lo acompañaban Yeidckol Polevnsky, presidenta nacional de Morena, sentada junto al sacerdote Alejandro Solalinde. Mientras que en otra fila Alejandro Gertz (exsecretario de seguridad capitalino y asesor de seguridad del candidato), escuchaba atento junto a Javier Sicilia.
«La estrategia de seguridad no se puede fincar sobre el uso de la fuerza, la violencia no se combate con violencia», advirtió. «Para nuestros contrincantes todo es uso de la fuerza, es una postura muy reaccionaria». López Obrador sabía perfectamente a quiénes tenía enfrente, por eso fue cuidadoso al no mencionar en ningún momento la palabra amnistía para blindarse de conflictos mediáticos. Coincidencia o no, los moderadores tampoco se lo preguntaron.
Por el contario el candidato reiteró -igual que en el debate presidencial- que de ganar convocará a un encuentro con autoridades religiosas, internacionales, especialistas y familiares de víctimas «para elaborar un plan conjunto para conseguir la paz con justicia y dignidad. Les pido considerar nos ayuden después del primero de julio en la construcción de todo el proceso para organizar este plan de acción. Inclusive, hasta el nombramiento».
El morenista propuso además reactivar la comisión de búsqueda de desaparecidos y otorgarle un amplio presupuesto. Adelantó que durante su gobierno le gustaría que el padre Solalinde llevara la defensa de los derechos humanos. «Solo que la ley no nos lo permite. También quisiera que Sicilia estuviera en la comisión para encontrar a los desaparecidos. Yo quiero gente buena aquí, no a ‘leales’ en los puestos».
La franqueza también pasó por López Obrador quien fue directo con su público. «Miren: del problema económico, se cómo; del de la corrupción, también. De la educación, tenemos un muy buen plan. Pero este… Este es un tema muy complejo».
Al final de su participación, también se encaminó a la salida ubicada por la parte trasera del museo donde estaba su camioneta. Enfundado en una gabardina color café y lentes oscuros, Getz Manero salió caminando por el frente, sobre avenida Juárez donde había ya una suave lluvia. HuffPost le interceptó. «Doctor ¿cree usted que López Obrador convenció a los asistentes?». «A mí me convenció y yo creo que a ellos también porque son muy sensibles al tema».
«El hijo bastardo de la ley»
Así se autonombró el candidato independiente, Jaime Rodríguez, el Bronco, quien ocupó la mayor parte de su participación para hablar de su actuar en dos años y medio como exgobernador de Nuevo León. Habían pasado casi tres horas desde que el evento inició y las traductoras de lenguaje de señas ya estaban cansadas, es por eso que tomaban relevos cada 15 minutos para descansar manos, cara y brazos.
La transmisión de video falló por momentos y pese a que la prensa se perdió algunos instantes, el Bronco hizo un favor al recuperar uno de ellos. «Le he preguntado a todos en el país quién quiere ser policía y nadie quiere. Ni ustedes a quienes también les pregunté», dice frente a un auditorio incompleto pues algunos asistentes optaron por salir.
El aspirante presidencial sabe (como sus antecesores) que no está frente a cualquier audiencia por eso tampoco repitió su propuesta de cortar la mano a los corruptos; pero sí aprovecha para decir que está de acuerdo en conformar una comisión de la verdad que investigue violaciones graves en derechos humanos. «Sí, México merece saber la verdad y privilegiar el derecho de la víctima, hay que devolverle ese sentimiento a las mamás».
No, no hay manera de explicar cómo la franqueza también se apoderó de él al cerrar su participación. «Cuando encontré a mi hijo muerto estuve con él siete horas. Si hubiera tenido una pistola, me hubiera disparado; pero le hice a mi hijo una promesa para cambiar a las personas. Es difícil que me conozcan en solo una hora o cuatro meses de campaña, por eso quiero convencer a la gente de manera individual. La banda presidencial no es mi objetivo, si gano la mandaré a un museo. El problema de México no solo es este sino la impunidad y la corrupción; y el sistema no lo cambiará ni López Obrador, ni Meade, Anaya o Margarita, solo lo cambiará la sociedad. Y si alguno de ustedes, al oírme, cambió su actitud mi hijo está contento y yo también».
Fiel a su autodefinición de ser un hombre de números, como afirmó José Antonio Meade en una entrevista con Carlos Loret luego de su nombramiento como precandidato a la presidencia por el PRI, el aspirante tricolor los utilizó como principal arma durante su diálogo con víctimas de la violencia. Quizás por ello, desde el inicio de su participación, tomaba nota de lo que escuchaba y revisaba una carpeta informativa que terminó por dejar en sus piernas. «Deberíamos tener 1.8 policías por cada mil personas y solo tenemos 0.8 que tienen menos capacitación y menos ingresos, según instancias internacionales», dijo.
Probablemente nadie dudó de los fríos números provenientes de aquel hombre enfundado en traje y corbata, que lo mismo dio una cifra de cuando fue secretario de Hacienda que de Desarrollo Social. Meade no logró hacer click con algunos de los asistentes quienes -por primera vez durante todo el evento, que para entonces llevaba cuatro horas y media de duración-, le increparon molestos en el momento en que el candidato consideró que no era necesario crear una comisión de la verdad para investigar violaciones graves en derechos humanos en los últimos doce años. «El problema no se resuelve con invitados extranjeros», dijo.
La tensión del momento se alargó por segundos. Fue necesario que los moderadores intervinieran para permitir que Meade concluyera su participación en la que no hubo ningún momento revelador de franqueza como sucedió con los otros candidatos.
CUARTOSCURO.
«¡Cobarde, tuvo miedo!»
Las palabras de Yolanda Morán, con la foto de su hijo desaparecido en las manos, son directas. «Eso es Margarita Zavala porque al no aceptar venir a esta reunión, es aceptar su culpabilidad. Desde que fue a Monterrey se le dijo que tuvo la oportunidad de ayudarnos como primera dama y no lo hizo», afirmó la coordinadora de Fundem (Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México). Sin duda, la sombra más negra de la hoy aspirante independiente tiene nombre y apellido: Felipe Calderón. «No movió un cabello ¿Y ahora quiere que las mujeres la apoyemos? ¿Con qué cara nos pide respaldo?», acusó.
Junto a Yolanda esta Flor Suárez del Colectivo Solecito del estado de Veracruz. Quizás hay algo en el ambiente porque ella también peca de franqueza al igual que Anaya, López Obrador y El Bronco. «Este evento fue decepcionante, los candidatos no quieren oír la palabra de los desaparecidos, se van por otros lados, ninguno que nos pueda ayudar. Por lo menos que nos dieran un poco más de importancia porque todo se fue más en el tema de las policías y las drogas. Ni siquiera saben la cifra que hay de desaparecidos: en Veracruz son mucho más de la cifra oficial. Y nosotras seguimos siendo las madres, las únicas que buscamos a nuestros hijos».


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