Por Edel López Olán (Permanencias Voluntarias)
La inteligencia artificial (IA) es la combinación de algoritmos con el propósito de crear máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas y mejorar conforme la información que recopilan. Para muchos académicos especializados en la materia, la inteligencia artificial no tiene como finalidad reemplazar a los humanos, sino mejorar las capacidades y contribuciones humanas.
Actualmente la IA abarca una gran variedad de subcampos, que van desde áreas de propósito general como el aprendizaje y la percepción; a otras más específicas como el juego de ajedrez, la demostración de teoremas matemáticos, la escritura de poesía y el diagnóstico de enfermedades. La Inteligencia Artificial sintetiza y automatiza tareas que en principio son intelectuales y es, por lo tanto, potencialmente relevante para cualquier ámbito de la actividad intelectual humana.
El término inteligencia artificial se aplica cuando una máquina imita las funciones «cognitivas» que los humanos asocian con otras mentes humanas, como: «percibir», «razonar», «aprender» y «resolver problemas». Andreas Kaplan y Michael Haenlein, profesores de Marketing de la de ESCP Bussines Scholl definen la inteligencia artificial como «la capacidad de un sistema para interpretar correctamente datos externos, para aprender de dichos datos y emplear esos conocimientos para lograr tareas y metas concretas a través de la adaptación flexible»
La inteligencia artificial es una nueva forma de resolver problemas dentro de los cuales se incluyen los sistemas expertos o un sistema inteligente capaz de reescribir su propio programa. Un sistema experto es un sistema definido con una estructura de programación capaz de almacenar y utilizar un conocimiento sobre un área determinada que se traduce en su capacidad de aprendizaje.
Según el ingeniero Bruno López Takeyas, docente de ingeniería en Sistemas Computacionales de Instituto Tecnológico de Nuevo Laredo, la IA es una rama de las ciencias computacionales encargada de estudiar modelos de cómputo capaces de realizar actividades propias de los seres humanos con base en dos de sus características primordiales: el razonamiento y la conducta.
Pero la inteligencia artificial data más allá de nuestro presente. En 1956, John McCarthy, ganador del Premio Turing en 1971 por sus importantes contribuciones en el campo de la Inteligencia Artificial, acuñó la expresión la definió como «la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de cómputo inteligentes»
El futurista alemán Gerd Leonhard, autor del “La tecnología contra la humanidad, el choque entre el hombre y la máquina» asegura que hoy es el momento en que construimos nuestro futuro y la inteligencia artificial es el mayor reto al que se ha enfrentado el género humano hasta el momento, la posibilidad de una especie de superhombre que se convierte en Dios no tiene precedentes», sostiene.
Leonhard se sitúa en el lado de la trinchera que defiende que la relación que tenemos con la tecnología debe, por lo menos, pensarse. No es alarmista, asegura que el ser humano reacciona de forma exagerada ante los posibles peligros de la relación entre la inteligencia artificial y el hombre, no podemos adentrarnos en el futuro con miedo, debemos ser cautos y abiertos al progreso. El autor afirma que el exponencial desarrollo tecnológico y su tremendo potencial, es una oportunidad que trae consigo nuevas y tremendas responsabilidades, sostiene que la avalancha de cambios tecnológicos puede reformar la esencia de la humanidad y también todo aspecto de nuestro planeta.
Según Nick Bostrom, filósofo sueco de la Universidad de Oxford, el transhumanismo es un movimiento cultural, intelectual y científico que afirma el deber moral de mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana y de aplicar al hombre las nuevas tecnologías, para que se puedan eliminar aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana, como son el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento y hasta la condición mortal. Colocando del otro lado, el debate sobre si la necesidad del humano de mejorarse y mejorar su entorno gracias a la tecnología. La transhumanista y profesora de la Universidad de Tecnología Avanzada de Arizona, Estados Unidos, Nathasha Vita More, asegura que no existe un debate entre los humanistas y transhumanistas. «No hay polémica. Ambos valoramos la conciencia humana. La única excepción es que nosotros apoyamos la evolución humana y ellos su estancamiento, pero ¿Cómo saber, en mitad de la carrera tecnológica y con smartphone en mano en qué vértice se encuentra uno?
En 2017 la Unión Europea presentó a la Comisión Europea de tecnología una serie de «recomendaciones sobre normas de Derecho civil sobre robótica». Éstas incluyen afirmaciones de que «existe la posibilidad de que, a largo plazo, la inteligencia artificial llegue a superar la capacidad intelectual», que «el potencial de empoderamiento que encierra el recurso a la robótica se ve matizado por una serie de tensiones o posibles riesgos y que debe ser evaluado detenidamente a la luz de la seguridad y la salud humanas; la libertad, la integridad y la dignidad, la autodeterminación y la no discriminación, y la protección de datos personales».
En una era tecnológica al 100%, pensar que la Inteligencia Artificial sea cual sea su uso, tenga el fin de lanzarse contra los humanos, tiene, desde hace muchos años, esa espina abriéndose paso en la córtex de la conciencia humana. Por ejemplo, Isaac Asimov, en su relato Círculo vicioso (Runaround, 1942) establece las siguientes leyes de la robótica, mismas que se repitieron más tarde en su magna obra “Yo, Robot”
- Un robot no hará daño a un ser humano, ni por inacción permitirá que un ser humano sufra daño.
- Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.
Estas leyes, según Asimov, forman un principio organizador y un tema unificador para el funcionamiento de toda inteligencia artificial y robots a servicio del hombre. En sus libros, el autor aseguraba que las leyes son «formulaciones matemáticas impresas en los senderos positrónicos del cerebro» de los robots, líneas de código del programa que regula el cumplimiento de las leyes guardado en la memoria principal de éstos, y no se pueden eludir, ya que están pensadas como una característica de seguridad.

Sin embargo, el ser humano también ha creado ese otro paradigma, donde, la inteligencia artificial se vuelve contra su creador con consecuencias fatales como ocurre en cintas como Terminator de James Cameron o la increíble y visual I.A de Steven Spielberg y lo cual también debe ser un objeto de nuestro estudio y no por las consecuencias fatalistas plasmadas en el cine, no, sino porque existe un riesgo real de “entregarle” a las máquinas una mayor responsabilidad sobre el “qué hacer” y “Como hacerlo” del día a día.
Stuart Russell, profesor en la Universidad de California en Berkeley, es el autor de Human Compatible: AI and the Problem of Control («Compatible con humanos: la IA y el problema del control») y un experto en los avances que el aprendizaje automático ha hecho en muchas ramas de la sociedad. El autor asegura que la connotación de que las máquinas odian a los humanos se sale completamente del esquema de relación entre el humano y la máquina, ya que las segundas carecen de sentimientos tan complejos como la ira o la empatía, mismos que ni siquiera muchos humanos conscientes entienden, por lo tanto, debe preocuparnos más el siguiente paso sobre el cómo y el por qué nosotros hemos alimentado, a saciedad, a las máquinas.
El experto dio un ejemplo hipotético de la amenaza real que, en su opinión, la IA podría representar:
Imagina que tenemos un poderoso sistema de IA que es capaz de controlar el clima del planeta y que queremos usarlo para devolver los niveles de CO2 en nuestra atmósfera a la época preindustrial. Este sistema podría descubrir que la forma más fácil de hacerlo es deshacerse de todos los seres humanos, porque ellos son los que están produciendo todo este dióxido de carbono en primer lugar, algo que, obviamente, según los esquemas lógicos de la máquina es absolutamente matemático y correcto, por lo tanto, según algoritmos ¿qué haría el sistema? Simplemente nos convence de tener menos hijos hasta que no queden seres humanos.
Otro de los riesgos que podremos escudriñar sobre la inteligencia artificial es la forma en cómo puede, de muchas formas, “superarnos en inteligencia”. Según el Centro para el Estudio del Riesgo Existencial, de la Universidad de Cambridge, todo cambió cuando Deep Blue derrotó al campeón mundial de ajedrez, Garry Kasparov, en un torneo de seis partidas, sin embargo, al aplicar la misma lógica, en un juego de damas, la computadora perdió el control de sus movimientos, pero de ello, se aprendió. El software AlphaGo Zero, por ejemplo, alcanzó un nivel de rendimiento sobrehumano después de solo tres días de jugar Go contra sí mismo. Usando el aprendizaje profundo, un método de aprendizaje automático que emplea redes neuronales artificiales, AlphaGo Zero requirió mucha menos programación humana y resultó ser un muy buen jugador de Go, ajedrez y shōgi. Fue completamente autodidacta, de una manera, tal vez, alarmante, lo que es, según para Russell, un grave avance para la humanidad, no por la automatización, sino porque seguimos creando máquinas que nos superen sin saber a dónde vamos, en cierta forma, se está construyendo un “gran genio de la lampara” sin tener idea que vamos a pedirle.
Con la polémica generada por Chatgpt, que es un sistema de chat con inteligencia capaz de responder a cualquier cosa que le pidas, y de hacer muchas cosas que le solicites. Se ha hecho tan popular que hay muchos proyectos alternativos basados en esta IA, incluyendo hablar con ChatGPT en WhatsApp, por citar algunos ejemplos, donde, de nuevo, volvemos relegar la función del hombre en la probable “socialización” en una red social y tomar el lugar del ser humano en un espacio específico para alimentar su entorno.
La IA está teniendo un impacto significativo en muchos aspectos de la sociedad, desde la automatización de trabajos hasta la mejora de la eficiencia en la industria y la atención médica. Sin embargo, también plantea preocupaciones éticas y de seguridad, como la privacidad de los datos y la deshumanización de la interacción humana.
En resumen, la IA es un campo en constante evolución con un gran potencial para mejorar nuestras vidas, pero también es importante abordar los desafíos éticos y de seguridad asociados con su desarrollo y uso. (dos últimos párrafos creados por Chatgpt)
Sin duda, a los seres humanos lo desconocido nos aterra de forma impresionante. La inteligencia artificial se ha convertido en ese nuevo reto social y tecnológico, donde de nuevo, nuestro entorno, nuestra ética y nuestro futuro dependen de nuestros alcances y ambiciones.
Sigamos avanzando, hasta donde nuestra conciencia, el algoritmo o la tecnología nos lo permita.
Hasta la próxima.
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