Un rapidín por Edel López Olán
Las acusaciones de acoso sexual en Hollywood se han convertido en la “papa caliente” de la verdad. Las declaraciones de actrices, asistentes, actores y algunos directores sobre algo que era un “secreto a voces”, hoy, se han convertido en una realidad mediática que tiene como prueba una versión de los hechos, como juicio, la aceptación del acusado ante los graves acontecimientos, y como justicia la cancelación y despido por parte de las grandes productoras sin ningún tipo de recelo.
Nadie menosprecia las acusaciones. Nadie denostó ni denigra lo acontecido. Nadie piensa ni justifica nada. Los actos son juzgados con todo el peso de la ley, aún cuando las personas sean descomunalmente poderosas, aun a pesar de los millones que separan la credibilidad, aún sin pruebas.
Cómo sociedad tenemos que ser responsables al momento de ejercer un juicio de la forma que sea. Hoy las víctimas tienen una credibilidad inmediata, pero también, en un clic los hace pasar de víctimas a villanos de una forma impresionante, en una inflexión que hoy nos engloba a todos, y nos beneficia de una forma muy rara, en el más puro y retorcido estilo del “1984” de Orwell
Hollywood más allá de marquesinas y explosivos carteles nos ha entregado una gran realidad: Nadie es completamente poderoso para no caer y nadie es completamente importante para no ser juzgado, en un mundo donde la “verdad”, tira para todos lados sin clemencia, en una nueva forma de ejercer justicia, en un nuevo mundo tecnológico que nos consume a todos.
Hasta la próxima.
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