Hay mentiras, grandes mentiras y… estadísticas

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Por Enrique Quintana (El Financiero)

Mark Twain, uno de los más grandes escritores norteamericanos hizo famosa la siguiente frase: “Hay tres clases de mentiras: las mentiras, las grandes mentiras y… las estadísticas”.

La frase la atribuía Twain a quien fuera un par de veces Primer Ministro del Reino Unido, Benjamin Disraelí.

El sentido de la ironía de Twain sigue siendo vigente. Las estadísticas pueden ser usadas para mentir, pero, aparentemente, diciendo la verdad.

Los seres humanos, en lo general, tenemos una mente poco propicia a las matemáticas, o específicamente a la estadística.

No es casualidad que la materia escolar más odiada y con más reprobados sea precisamente la de matemáticas. Y se los puedo asegurar por experiencia propia pues por varios años impartí cursos de matemáticas y estadística en la universidad.PUBLICIDAD

La referencia viene a colación por un fenómeno paradójico que está ocurriendo actualmente con los datos de la economía mexicana y que ilustra los dichos anteriores.

De acuerdo con el pronóstico de Bloomberg Economics dado a conocer hace algunos días, el PIB de nuestro país crecerá 0.8 por ciento en el tercer trimestre de este año respecto al segundo.

Sin embargo, si hacemos la comparación en términos anuales, el resultado será un brinco de 6.4 por ciento.

Si nos quedamos solo con el dato de la tasa anual, parecería que la economía mexicana va viento en popa.

Una clave para generar una imagen diferente en las cifras es seleccionar bases de comparación diferentes. Por ejemplo, bajo el supuesto que comentamos, el PIB del tercer trimestre será inferior en 2.9 por ciento al del tercer trimestre de 2018. Así que no hay mucho crecimiento del que pueda presumirse.

Hoy ya existen indicios diversos que nos hablan de desaceleración o incluso de estancamiento en la economía. El INEGI informó hace pocos días que, en junio, la industria retrocedió 0.5 por ciento respecto a mayo. Se trata del tercer mes sin crecimiento.

Las exportaciones de manufacturas cayeron en junio respecto a mayo, luego de tres meses de crecimiento. Pero, además, hay un enfriamiento del mercado interno producto de la tercera ola de contagios de la pandemia y de la inflación que ha erosionado el poder adquisitivo de los salarios.

Así que, no resultaría sorprendente que en el último trimestre del año tuviéramos un crecimiento menor, digamos de 0.4 por ciento respecto al tercer trimestre.

Bien, pues aún con ese cuasi estancamiento nos alcanzaría para que, a tasa anual, el crecimiento económico fuera del 3.5 por ciento en el último trimestre del año.

Y, de esa manera, el promedio del 2021 fuera de 6.4 por ciento, una de las mayores tasas de los últimos años.

Pero incluso, suponiendo, en un caso extremo, que la economía ya no creciera en absoluto en el segundo semestre de 2021, el resultado anual del PIB sería de 5.9 por ciento.

Lo que esa cifra encubriría sería el hecho de que estaríamos terminando el 2021 con estancamiento y nos enfrentaríamos a un difícil 2022.

La estadística también ha servido para encubrir realidades a lo largo de la pandemia.

Se pueden recortar los datos de modo tal que parezca que las cosas van mejor de lo que en realidad están.

Por ejemplo, se presenta regularmente en los reportes oficiales el número de dosis de las vacunas que han sido aplicadas. Hasta el viernes eran 75.8 millones.

Con esa cifra se da la impresión de que hay un gran avance.

Pero, cuando observamos el porcentaje de la población que ha recibido el esquema de vacunación completo, nos encontramos que alcanza solo el 22.8 por ciento. Es decir, hay un 77.2 por ciento (obviamente incluyendo menores) que o no ha sido vacunado o le falta una dosis.

El martes pasado se habló en la conferencia mañanera de la baja tasa de mortalidad que existe con esta tercera ola. En los últimos dos meses y 13 días han resultado positivos en su prueba de covid 660 mil personas. Y, en ese mismo lapso la tasa de mortandad fue de 3.6 por ciento.

Parece muy poco, pero el problema es que oficialmente fallecieron por COVID en ese periodo 23 mil 846 personas, una cifra equiparable a la de los primeros tres meses y medio de la pandemia. Bajas tasas de mortandad no equivalen a pocas muertes porque la base contra la que se comparan es muy elevada ya por el disparo de los contagios.

Pues bien, si se mantuviera esa proporción y los casos de los próximos 30 días promediaran los de la última semana, es decir cerca de 19 mil por día, tendríamos otros 20 mil fallecidos el próximo mes.

No sé qué opine usted, pero a mí me parecen muchísimos fallecidos por más que se diga que la tasa ya es baja.

Ninguna muerte evitable es aceptable. Menos aún 20 mil. Pero hay quien piensa que, ni modo, que hay que correr riesgos.

Por favor, no se deje marear por las estadísticas, que en muchas ocasiones se construyen a conveniencia.

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